La cibernética al servicio de la oligarquía
‘Si no hay solución, habrá revolución’. (en el Zócalo)
La consigna de los neoconservadores globalizados fue muy clara para las elecciones presidenciales en México: no permitir otro nacionalista-populista más en el hemisferio occidental, que estorbe el proyecto de la Unión Americana como lo hacen Hugo Chávez y Evo Morales. México es clave para la realización de este proyecto porque es considerado por el Departamento de Estado norteamericano como la puerta de entrada a su “patio trasero”. Sin esta puerta, el Gran Patrón jamás haría realidad su ambicioso plan.
Por eso no sorprende el fraude electoral, científicamente planificado, que quitó la victoria al candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que se proyectaba ganador por su programa populista de erradicación de la pobreza. Entregaron la victoria al neoconservador local, millonario empresario, Felipe Calderón del partido en el poder, Partido de Acción Nacional (PAN) que prometió más privatización y facilidades para las corporaciones norteamericanas.
En este siglo XXI ya no se necesitan invasiones a América Latina para imponer un presidente que proteja los intereses de las corporaciones transnacionales y en especial, las norteamericanas. Ahora las computadoras, pueden cumplen esta función bajo la consigna “la tecnología al servicio de la oligarquía” y con la cobertura perfecta de su democracia que presenta las elecciones como la “máxima expresión de la voluntad del pueblo”. Resulta que esta supuesta “voluntad del pueblo”, como lo denunciaron los fisicomatemáticos de la Universidad Nacional Autónoma de México, Bolívar Huerta y Francisco Portillo, depende de los programadores de las computadoras que hacen el conteo de los votos en las elecciones.
Los científicos declararon con pruebas en mano que hubo un fraude electoral cibernética al estilo norteamericano, logrado mediante la aplicación de un algoritmo. Dijeron que “desde que el Instituto Federal Electoral (IFE) anunció que se había contabilizado 84.13 por ciento de la votación hasta que llegó a 99.99 por ciento, otros tres candidatos, Roberto Madrazo, Roberto Campa y Patricia Mercado se quedaron estancados con 22.27 puntos porcentuales, 0.96 y 2.7 respectivamente. Esto es matemáticamente imposible. Además en los estados donde ganó López Obrador la votación para elecciones presidenciales fue menor que la votación por senadores y diputados, mientras en aquellos donde obtuvo la mayoría de los votos Calderón la votación para presidente siempre fue superior que para los legisladores”.
Jesús Ortega, de la campaña de AMLO, anunció ante 300 mil simpatizantes en el Zócalo capitalino, que tiene una cinta que muestra la alianza entre algunos líderes del PRI con el oficialista PAN, para desviar votos priístas hacia Calderón, una vez que se supo que el Partido Revolucionario Institucional perdería las elecciones. También habló sobre paquetes electorales encontrados en basureros y otros “milagros”.
La “democracia moderna” funciona así: primero, los grupos que controlan el país ordenan a los medios a crear una imagen distorsionada del candidato de oposición. Televisa, TV Azteca y la mayoría de los periódicos y las agencias AP, EFE internacionales presentaron a AMLO como el izquierdista que iniciará la guerra contra Estados Unidos, el servidor de Hugo Chávez, que expulsará a los inversionistas y quitará las propiedades. Después corrieron el rumor de fraude para disminuir la participación de los votantes. (Todo esto funcionó también en Perú con Ollanta Humala).
Finalmente, vino el fraude cibernética llamado “Obragor” en recuerdo de Al Gore, año 2000, EE.UU.
López Obrador ya impugnó los resultados electorales y está a la espera del veredicto del Tribunal Federal Electoral que se pronunciará el 6 de setiembre.
Mientras tanto su pueblo le advirtió: “AMLO, México te dio su voto, ahora defiéndelo, yo te ayudo”.
vpelaez@eldiariolaprensa.com
La consigna de los neoconservadores globalizados fue muy clara para las elecciones presidenciales en México: no permitir otro nacionalista-populista más en el hemisferio occidental, que estorbe el proyecto de la Unión Americana como lo hacen Hugo Chávez y Evo Morales. México es clave para la realización de este proyecto porque es considerado por el Departamento de Estado norteamericano como la puerta de entrada a su “patio trasero”. Sin esta puerta, el Gran Patrón jamás haría realidad su ambicioso plan.
Por eso no sorprende el fraude electoral, científicamente planificado, que quitó la victoria al candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que se proyectaba ganador por su programa populista de erradicación de la pobreza. Entregaron la victoria al neoconservador local, millonario empresario, Felipe Calderón del partido en el poder, Partido de Acción Nacional (PAN) que prometió más privatización y facilidades para las corporaciones norteamericanas.
En este siglo XXI ya no se necesitan invasiones a América Latina para imponer un presidente que proteja los intereses de las corporaciones transnacionales y en especial, las norteamericanas. Ahora las computadoras, pueden cumplen esta función bajo la consigna “la tecnología al servicio de la oligarquía” y con la cobertura perfecta de su democracia que presenta las elecciones como la “máxima expresión de la voluntad del pueblo”. Resulta que esta supuesta “voluntad del pueblo”, como lo denunciaron los fisicomatemáticos de la Universidad Nacional Autónoma de México, Bolívar Huerta y Francisco Portillo, depende de los programadores de las computadoras que hacen el conteo de los votos en las elecciones.
Los científicos declararon con pruebas en mano que hubo un fraude electoral cibernética al estilo norteamericano, logrado mediante la aplicación de un algoritmo. Dijeron que “desde que el Instituto Federal Electoral (IFE) anunció que se había contabilizado 84.13 por ciento de la votación hasta que llegó a 99.99 por ciento, otros tres candidatos, Roberto Madrazo, Roberto Campa y Patricia Mercado se quedaron estancados con 22.27 puntos porcentuales, 0.96 y 2.7 respectivamente. Esto es matemáticamente imposible. Además en los estados donde ganó López Obrador la votación para elecciones presidenciales fue menor que la votación por senadores y diputados, mientras en aquellos donde obtuvo la mayoría de los votos Calderón la votación para presidente siempre fue superior que para los legisladores”.
Jesús Ortega, de la campaña de AMLO, anunció ante 300 mil simpatizantes en el Zócalo capitalino, que tiene una cinta que muestra la alianza entre algunos líderes del PRI con el oficialista PAN, para desviar votos priístas hacia Calderón, una vez que se supo que el Partido Revolucionario Institucional perdería las elecciones. También habló sobre paquetes electorales encontrados en basureros y otros “milagros”.
La “democracia moderna” funciona así: primero, los grupos que controlan el país ordenan a los medios a crear una imagen distorsionada del candidato de oposición. Televisa, TV Azteca y la mayoría de los periódicos y las agencias AP, EFE internacionales presentaron a AMLO como el izquierdista que iniciará la guerra contra Estados Unidos, el servidor de Hugo Chávez, que expulsará a los inversionistas y quitará las propiedades. Después corrieron el rumor de fraude para disminuir la participación de los votantes. (Todo esto funcionó también en Perú con Ollanta Humala).
Finalmente, vino el fraude cibernética llamado “Obragor” en recuerdo de Al Gore, año 2000, EE.UU.
López Obrador ya impugnó los resultados electorales y está a la espera del veredicto del Tribunal Federal Electoral que se pronunciará el 6 de setiembre.
Mientras tanto su pueblo le advirtió: “AMLO, México te dio su voto, ahora defiéndelo, yo te ayudo”.
vpelaez@eldiariolaprensa.com