julio 05, 2006

La respuesta está por venir

Está equivocado quien crea que el proceso electoral ya se consumó con la sobrepublicitada y aún no comprobada victoria de Felipe Calderón. ¿Qué va a informar hoy el IFE, la victoria del panista o se dará más tiempo para emitir su “autorizado” dictamen?
Lo cierto es que mientras los empresarios, televisoras, jerarquía eclesiástica y el resto de la derecha mexicana, insisten en darle al IFE niveles de infalibilidad y una honestidad e imparcialidad a toda prueba, grandes sectores de la población, intelectuales, académicos y gente pensante hablan de un fraude cibernético a gran escala, y reclaman su derecho constitucional de tomar las calles, para hacer retornar la legalidad que suponen perdida.
Hay que decir lo que en provincia se calla. Los millones de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador están a la espera del llamado de su líder, de quien aseguran nada tiene que perder ante el amañado proceso que persiste en escamotearle su posibilidad —ganada en las urnas— de despachar en Palacio Nacional.
Para estos grandes sectores, el actual intento de fraude cibernético no es una novedad. Ya lo sufrieron en 1988, cuando se “cayó el sistema”, para darle la Presidencia a uno de los peores mandatarios mexicanos: Carlos Salinas de Gortari. En aquel tiempo, recuerdan, Cuauhtémoc Cárdenas se disciplinó, pero ahora —según dicen— no pasará lo mismo.
Existe la irrenunciable idea de que el IFE se prestó, como en 1988, a impedir la voluntad de los mexicanos. Por tal motivo, el país está dividido, eso no se puede negar. Las fuerzas están parejas y las acusaciones son claras. Según los perredistas andan “perdidos” tres millones de votos y se duplicaron los resultados de las casillas en donde el sufragio favorecía a Calderón. Además insisten en múltiples anomalías. Aún así, los lopezobradoristas esperan la determinación del IFE, la que dará pie al inicio de la estrategia de protesta, rechazo o movilización nacional. AMLO tiene tres años luchando y sabe cómo hacerlo.
También hay que decir, que entre los perredistas hay tres corrientes de cómo abordar este conflicto: unos hablan de reconocer la derrota, mejor dicho el fraude, a cambio de una negociación fructífera; otros insisten en judicializar el proceso y exigir nuevas elecciones; el resto —la mayoría— se inclina por la movilización popular en toda la república. Pero en lo que todos coinciden, es que este conflicto se generó por el silencio del IFE, que nunca dio su opinión, y a la usanza de 1988, no se les “cayó” el sistema, sino se les calló.
Sea cual fuere la opción que AMLO y su primer círculo decidan para defender su proclamada victoria, lo cierto es que habrá respuesta, y nadie puede pronosticar lo que pasará al siguiente día en que el oneroso y descalificado IFE, persista en darle el triunfo a Calderón, sin considerar la crisis política que los periódicos extranjeros aseguran que hay en México.
En lo personal, a mí se me resolvió la duda acerca de la “mano misteriosa” que conduce las elecciones a su conveniencia. Ahora comprobé que los sistemas cibernéticos del IFE, son tan frágiles como los de los bancos y las empresas. Allí se encuentra el porqué no se confía en una “democracia” pagada, dirigida y manipulada desde el gobierno, patrón de los operadores “científicos” del padrón electoral y de los votos de los mexicanos. Pero no se asuste, la revolución está todavía muy lejos y a México le hace falta que los ciudadanos defiendan sus derechos en las calles, en donde uno son mucho más que dos...
Robledo_jgr@hotmail.com