julio 05, 2006

Espontáneo muro de lamentaciones

Jorge Octavio Ochoa
El Universal
Miércoles 05 de julio de 2006

Letras escurridas en un muro de lamentaciones. En la fachada del edificio de Odontología 57 amanecen más y más pancartas con mensajes contundentes y caricaturas sardónicas. "Peje: tú eres el catalizador del pueblo. Actúa pronto p ara hacer reacción.".

La lluvia no ha podido detener esa generación espontánea de protestas, que en muchos casos empiezan a radicalizarse. "Sufragio efectivo, No Calderón"; "AMLO, no te vayas a vender como lo hizo Cárdenas".

Los mensajes húmedos y borrosos, de letras alargadas que se resisten a desaparecer, le dan un toque más dramático al aspecto de ese inmueble, donde posee su departamento el aún aspirante presidencial.

En la casa de campaña de López Obrador, el ambiente ya también es otro. Los rostros sombríos -incluido el del propio candidato- han cambiado. Tienen la certeza de que hay evidencias suficientes que revertirán los números en su favor.

Virtual senadora de la República, Rosario Ibarra de Piedra, a sus 80 años, conserva toda su vitalidad para participar en lo que el futuro le depare: "Si Andrés Manuel nos convoca, es porque tiene los pelos en la mano", dice al llegar a la casa de campaña.

La esquina de San Luis Potosí y Córdoba, en la colonia Roma, se empieza también a convertir en sede de las expresiones populares y de la poesía callejera: "¡En México se dice que existe libertad, aquí les demostramos que es pura falsedad!".

Una mujer robusta, de más de 60 años, encabeza las consignas en rima, seguida por no más de 20 personas que corean, encolerizados: "No somos uno, no somos cien; pinche gobierno, cuéntanos bien". Automovilistas emiten claxonazos de apoyo.

Desde temprano se aparece ahí doña Rosario Ibarra, retadora del destino y de los infortunios.

"Tengo 80 años, soy de una familia longeva. No tengo inclinaciones suicidas, no soy enfermiza, me cuido mucho cuando cruzo las calles.", dice ella, orgullosa. "Así que, ya saben: si me pasa algo, ya saben quién fue", resume, en esa permanente actitud de lucha, convencida de que esta jornada electoral dista mucho de haber terminado.

"Ni él ni yo somos derrotistas, así que no nos vamos a dejar", advierte Rosario Ibarra.

Mientras, en el edificio donde vive Andrés Manuel López Obrador -Odontología 57- aparece -entre otras muchas- una nueva pancarta: "Marcha silenciosa el 5 de julio, a las 12:00 horas en las oficinas del IFE. No dejemos que nos roben la esperanza". El pueblo se organiza.

Afuera de la casa de campaña, Socorro Díaz desvela algunas de las "graves irregularidades" que han empezado a descubrir: intuyen que "alguien" aplicó un programa informático, desde un servidor ajeno al IFE, donde se falsearon las cifras.

El hecho, dice, es que el PREP nunca respondió en forma lógica, sino matemática, colocando siempre cifras que otorgaron la delantera a Felipe Calderón. Primero en rangos amplios, luego muy cerrados, pero nunca con variaciones que colocaran abajo al del PAN.

Así, en la ola de la sospecha que se ha empezado a generar, la pregunta persistente es: ¿cuál fue el criterio para apartar 16 mil actas, que contienen 3 millones de votos, y que no fueron incluidas en el PREP? La hora "0" empieza para el IFE.

Acta por acta, casilla por casilla, recuento total, es la consigna. López Obrador se mueve en secreto, se escabulle de los reporteros en el tráfico. Prepara un nuevo golpe. Regresa a su casa de campaña entrada la tarde -18:15 horas- para continuar la revisión.

Espontáneos colocan más y más carteles. Otros llevan documentos "del fraude". La poesía callejera explota: "He recorrido el camino, por eso digo que es cierto, aunque no soy un experto, predeciré tu destino. Queremos verte en Los Pinos, no te daremos por muerto". Es la letra y música jarocha, de Bertoldo Campechano Reyes, oaxaqueño.