Televisa, prohibido impugnar
jenaro villamil
MÉXICO, DF, 11 de julio (apro).- El domingo 9 de julio, una semana después del proceso electoral más competido en la historia del país, Televisa decidió cerrar la emisión de su revista cómico-política, El privilegio de mandar, con un alegato que, ajeno al humor, rayaba en una perorata demagógica con una clara intencionalidad: cualquier protesta encabezada por Andrés Manuel López Obrador y sus simpatizantes desemboca en la división, desorden y caos.
“El pueblo –recitaba el actor Carlos Espejel en su imitación de Cantinflas--, como nunca antes, asistió a las casillas, votó y ahora usted, aunque no le guste, tiene que aceptar el resultado porque así es la democracia, ya son muchos los problemas que tenemos que resolver los mexicanos, como para todavía agregar el desorden y el caos”.
Si fuera uno de los múltiples spots que inundaron la pantalla y las arcas de la principal empresa televisiva del país, la emisión del programa bien pudo haber concluido con el eslogan clásico: “López Obrador es un peligro para México”.
De manera por demás tramposa, el extraño humor inductivo del programa de Televisa culminó negando un derecho fundamental que forma parte de la democracia mexicana y que, por supuesto, está en la propia Constitución mexicana. Específicamente, en el artículo 99 de la ley fundamental del país se establece claramente que los partidos podrán impugnar las elecciones a diputados, senadores y a presidente de la República, y que le corresponde a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolver este procedimiento.
¿Dónde está “el desorden y el caos” que los guionistas y los directivos de la empresa Televisa vislumbran en el ejercicio de un derecho? ¿Por qué nunca dijeron nada cuando, tanto el PRI como el PAN –como en los casos de Veracruz, Oaxaca o el Estado de México, recientemente--, y el mismo PRD, han acudido al tribunal a impugnar los resultados de elecciones estatales que consideran con graves irregularidades? ¿Ignoran o prefieren evadir que, incluso, existe una Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, expedida el 22 de noviembre de 1996?
¿Quién le dijo a Televisa que la “última palabra” de un proceso electoral la establece el consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde? El artículo 99 de la Constitución establece claramente que será la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la que “realizará el cómputo final de la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas, en su caso, las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular las declaración de validez de la elección y la de presidente electo del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos”.
Por supuesto, estas “nimiedades” no cuadran en el guión que Televisa quiere para un proceso electoral que sigue en duda en tanto no se realice el cómputo final, y mientras la distancia entre Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador sea de apenas 0.58 puntos.
Preocupa más que este tipo de mensajes, que niegan el derecho de la movilización ciudadana en defensa de la limpieza de la elección --¿se habrán olvidado los panistas que ellos mismos hicieron lo propio en Chihuahua en 1986, y el propio Vicente Fox encabezó una protesta contra el fraude en Guanajuato en 1991?--, formen parte de una contracampaña para desacreditar a todos aquellos periodistas, ciudadanos y comentaristas que tengan la osadía de ejercer el derecho a la crítica hacia el papel tan lamentable del Consejo General del IFE en estos días de incertidumbre electoral.
Cadenas de correos electrónicos y hasta cartelones con la frase “Yo voté, creo en México, creo en el IFE” se distribuyen desde oficinas de gobierno para advertirnos a todos aquellos que no estamos a gusto con la actitud del Consejo General y su presidente, Luis Carlos Ugalde, que estamos en la antesala de lo que puede ser una “traición a la patria”.
En realidad, este discurso de la intolerancia y del odio forma parte del lamentable clima en el que cayó la campaña electoral con los spots negativos. ¿Es mucho pedirle a El privilegio de mandar que simplemente no hubiera traicionado su humor para transformarse en una triste consigna que niega el elemental derecho de cualquier ciudadano a defender su voto?
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
MÉXICO, DF, 11 de julio (apro).- El domingo 9 de julio, una semana después del proceso electoral más competido en la historia del país, Televisa decidió cerrar la emisión de su revista cómico-política, El privilegio de mandar, con un alegato que, ajeno al humor, rayaba en una perorata demagógica con una clara intencionalidad: cualquier protesta encabezada por Andrés Manuel López Obrador y sus simpatizantes desemboca en la división, desorden y caos.
“El pueblo –recitaba el actor Carlos Espejel en su imitación de Cantinflas--, como nunca antes, asistió a las casillas, votó y ahora usted, aunque no le guste, tiene que aceptar el resultado porque así es la democracia, ya son muchos los problemas que tenemos que resolver los mexicanos, como para todavía agregar el desorden y el caos”.
Si fuera uno de los múltiples spots que inundaron la pantalla y las arcas de la principal empresa televisiva del país, la emisión del programa bien pudo haber concluido con el eslogan clásico: “López Obrador es un peligro para México”.
De manera por demás tramposa, el extraño humor inductivo del programa de Televisa culminó negando un derecho fundamental que forma parte de la democracia mexicana y que, por supuesto, está en la propia Constitución mexicana. Específicamente, en el artículo 99 de la ley fundamental del país se establece claramente que los partidos podrán impugnar las elecciones a diputados, senadores y a presidente de la República, y que le corresponde a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolver este procedimiento.
¿Dónde está “el desorden y el caos” que los guionistas y los directivos de la empresa Televisa vislumbran en el ejercicio de un derecho? ¿Por qué nunca dijeron nada cuando, tanto el PRI como el PAN –como en los casos de Veracruz, Oaxaca o el Estado de México, recientemente--, y el mismo PRD, han acudido al tribunal a impugnar los resultados de elecciones estatales que consideran con graves irregularidades? ¿Ignoran o prefieren evadir que, incluso, existe una Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, expedida el 22 de noviembre de 1996?
¿Quién le dijo a Televisa que la “última palabra” de un proceso electoral la establece el consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde? El artículo 99 de la Constitución establece claramente que será la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la que “realizará el cómputo final de la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos, una vez resueltas, en su caso, las impugnaciones que se hubieren interpuesto sobre la misma, procediendo a formular las declaración de validez de la elección y la de presidente electo del candidato que hubiese obtenido el mayor número de votos”.
Por supuesto, estas “nimiedades” no cuadran en el guión que Televisa quiere para un proceso electoral que sigue en duda en tanto no se realice el cómputo final, y mientras la distancia entre Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador sea de apenas 0.58 puntos.
Preocupa más que este tipo de mensajes, que niegan el derecho de la movilización ciudadana en defensa de la limpieza de la elección --¿se habrán olvidado los panistas que ellos mismos hicieron lo propio en Chihuahua en 1986, y el propio Vicente Fox encabezó una protesta contra el fraude en Guanajuato en 1991?--, formen parte de una contracampaña para desacreditar a todos aquellos periodistas, ciudadanos y comentaristas que tengan la osadía de ejercer el derecho a la crítica hacia el papel tan lamentable del Consejo General del IFE en estos días de incertidumbre electoral.
Cadenas de correos electrónicos y hasta cartelones con la frase “Yo voté, creo en México, creo en el IFE” se distribuyen desde oficinas de gobierno para advertirnos a todos aquellos que no estamos a gusto con la actitud del Consejo General y su presidente, Luis Carlos Ugalde, que estamos en la antesala de lo que puede ser una “traición a la patria”.
En realidad, este discurso de la intolerancia y del odio forma parte del lamentable clima en el que cayó la campaña electoral con los spots negativos. ¿Es mucho pedirle a El privilegio de mandar que simplemente no hubiera traicionado su humor para transformarse en una triste consigna que niega el elemental derecho de cualquier ciudadano a defender su voto?
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