¿Nulidad abstracta?
La posibilidad de la nulidad de la elección no es un hecho inédito, antes ya se ha hecho en Zamora, Tumbiscatío, Tabasco, Colima y Ciudad Juárez
Osvaldo Ruiz Ramírez/Colaboración especial
Miércoles 19 de Julio de 2006Puede aducirse que la derecha de este país actuó de manera irresponsable, facciosa y abiertamente beligerante, pues fueron ellos a través de la guerra del terror como agrietaron y polarizaron a la sociedad mexicana en dos grandes proyectos de nación, marcando diferencias fundamentales e irreconciliables.
Fueron ellos los que sitiaron las instituciones electorales y terminaron por debilitarlas en la opinión pública. Fueron ellos los que desde un inicio suprimieron la legitimidad del proceso electoral, al torpedear la encuesta de salida, el PREP y la exigencia de contar voto por voto. Hoy los promotores de ese linchamiento político contra AMLO y la izquierda tienen lo que cosecharon: un país con indicios de ingobernabilidad y una casi segura nulidad abstracta de la elección presidencial.
Hoy, espantados, tiritando de miedo en sus escondrijos, teniendo pesadillas por sus excesos, carcomiéndoseles su conciencia ¿cristiana?, evaporada la solidez ética de sus fundadores, contrariados y fuertemente apaciguados en el fangoso terreno de la inmoralidad, susurran entre ellos y casi en silencio reconocen que se equivocaron; de tal forma, impávidos observan a millones de mexicanos incrédulos, sospechosos de un fraude electoral caminar de norte a sur, de sur a norte, de este a oeste, de oeste a este; los miran aquí, los miran allá, por todos lados millones de mexicanos libres, ciudadanos pacíficos, mujeres con hijos en brazos, estudiantes con sus libros en la mano... ninguna arma, ninguna agresión, nada de violencia, sólo su libre albedrío y su acción política profunda y comprometida con la patria.
Su más terrible pesadilla se les ha hecho realidad, despertó un gigante de millones, que durante toda la jornada electoral acumuló agravios. Será nuevamente esa izquierda «naca», «rijosa», «mugrosa», «gritona» y «desaliñada» la que tenga que sortear con éxito mantener la paz y la democracia en México. Así será, como siempre les tocará a los sectores mayoritariamente progresistas marcar el derrotero a este país envenenado por la derecha. Tal encomienda no será fácil.
Sin embargo, una ventana se abre: la nulidad de la elección presidencial por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. De tal forma, al considerar los elementos constitutivos en los cuales se desarrolló la jornada electoral del 2 de julio, saltan de manera natural hechos que contradicen los principios generales de la democracia electoral en México; es así como el artículo 41, fracción III de la Constitución General de la República plantea los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, equidad y objetividad.
En este sentido el imperativo constitucional tiene supremacía por encima de las leyes reglamentarias como el Cofipe. Es así como les tocará a los magistrados del TEPJF entrar a una fase de abstracción, dilucidar, discutir y resolver si las pruebas presentadas por la coalición «Por el bien de todos» son suficientes para anular la elección presidencial; aun cuando el planteamiento original del PRD es contar voto por voto, los abogados de AMLO previeron ante la abundancia de pruebas del fraude de Estado y dado el perfil de los actuales magistrados del Tribunal Electoral, que éstos se inclinarían en su gran mayoría por aplicar la nulidad abstracta.
Es así como «Por el bien de todos» entregó en su recurso un legajo de miles de hojas, conteniendo cientos de pruebas que documentan la intervención de los aparatos del Estado, la coacción de la Iglesia Católica, la parcialidad y fobia de las cúpulas de los empresarios, el interés económico de las grandes televisoras, la falta de objetividad y certeza del Instituto Federal Electoral.
La posibilidad de la nulidad no es un hecho inédito, antes ya los han hecho en Zamora, Tumbiscatío, Tabasco, Colima y Ciudad Juárez... habrá que esperar el resolutivo del Tribunal Electoral, saben de antemano que el conteo de voto por voto ante el manoseo del IFE no resuelve el problema grave de legitimidad alimentado desde la institución presidencial, la derecha, los grupos de poder y el mismo IFE.
Será sólo la nulidad la que atempere el ánimo justiciero del movimiento encabezado por la izquierda, sólo ello dará certeza y estabilidad al escenario futuro del país, pero más allá de la resolución que dé el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Andrés Manuel López Obrador ha sabido leer con precisión el ánimo de la mayoría del pueblo, pues más allá de que sea presidente de la República, es consciente de lo que puede hacer un amplio movimiento social. La gorda del perro Otra guerra sucia. La invasión israelí a territorio libanés. ¿Dónde está el árbitro?
Osvaldo Ruiz Ramírez/Colaboración especial
Miércoles 19 de Julio de 2006Puede aducirse que la derecha de este país actuó de manera irresponsable, facciosa y abiertamente beligerante, pues fueron ellos a través de la guerra del terror como agrietaron y polarizaron a la sociedad mexicana en dos grandes proyectos de nación, marcando diferencias fundamentales e irreconciliables.
Fueron ellos los que sitiaron las instituciones electorales y terminaron por debilitarlas en la opinión pública. Fueron ellos los que desde un inicio suprimieron la legitimidad del proceso electoral, al torpedear la encuesta de salida, el PREP y la exigencia de contar voto por voto. Hoy los promotores de ese linchamiento político contra AMLO y la izquierda tienen lo que cosecharon: un país con indicios de ingobernabilidad y una casi segura nulidad abstracta de la elección presidencial.
Hoy, espantados, tiritando de miedo en sus escondrijos, teniendo pesadillas por sus excesos, carcomiéndoseles su conciencia ¿cristiana?, evaporada la solidez ética de sus fundadores, contrariados y fuertemente apaciguados en el fangoso terreno de la inmoralidad, susurran entre ellos y casi en silencio reconocen que se equivocaron; de tal forma, impávidos observan a millones de mexicanos incrédulos, sospechosos de un fraude electoral caminar de norte a sur, de sur a norte, de este a oeste, de oeste a este; los miran aquí, los miran allá, por todos lados millones de mexicanos libres, ciudadanos pacíficos, mujeres con hijos en brazos, estudiantes con sus libros en la mano... ninguna arma, ninguna agresión, nada de violencia, sólo su libre albedrío y su acción política profunda y comprometida con la patria.
Su más terrible pesadilla se les ha hecho realidad, despertó un gigante de millones, que durante toda la jornada electoral acumuló agravios. Será nuevamente esa izquierda «naca», «rijosa», «mugrosa», «gritona» y «desaliñada» la que tenga que sortear con éxito mantener la paz y la democracia en México. Así será, como siempre les tocará a los sectores mayoritariamente progresistas marcar el derrotero a este país envenenado por la derecha. Tal encomienda no será fácil.
Sin embargo, una ventana se abre: la nulidad de la elección presidencial por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. De tal forma, al considerar los elementos constitutivos en los cuales se desarrolló la jornada electoral del 2 de julio, saltan de manera natural hechos que contradicen los principios generales de la democracia electoral en México; es así como el artículo 41, fracción III de la Constitución General de la República plantea los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, equidad y objetividad.
En este sentido el imperativo constitucional tiene supremacía por encima de las leyes reglamentarias como el Cofipe. Es así como les tocará a los magistrados del TEPJF entrar a una fase de abstracción, dilucidar, discutir y resolver si las pruebas presentadas por la coalición «Por el bien de todos» son suficientes para anular la elección presidencial; aun cuando el planteamiento original del PRD es contar voto por voto, los abogados de AMLO previeron ante la abundancia de pruebas del fraude de Estado y dado el perfil de los actuales magistrados del Tribunal Electoral, que éstos se inclinarían en su gran mayoría por aplicar la nulidad abstracta.
Es así como «Por el bien de todos» entregó en su recurso un legajo de miles de hojas, conteniendo cientos de pruebas que documentan la intervención de los aparatos del Estado, la coacción de la Iglesia Católica, la parcialidad y fobia de las cúpulas de los empresarios, el interés económico de las grandes televisoras, la falta de objetividad y certeza del Instituto Federal Electoral.
La posibilidad de la nulidad no es un hecho inédito, antes ya los han hecho en Zamora, Tumbiscatío, Tabasco, Colima y Ciudad Juárez... habrá que esperar el resolutivo del Tribunal Electoral, saben de antemano que el conteo de voto por voto ante el manoseo del IFE no resuelve el problema grave de legitimidad alimentado desde la institución presidencial, la derecha, los grupos de poder y el mismo IFE.
Será sólo la nulidad la que atempere el ánimo justiciero del movimiento encabezado por la izquierda, sólo ello dará certeza y estabilidad al escenario futuro del país, pero más allá de la resolución que dé el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Andrés Manuel López Obrador ha sabido leer con precisión el ánimo de la mayoría del pueblo, pues más allá de que sea presidente de la República, es consciente de lo que puede hacer un amplio movimiento social. La gorda del perro Otra guerra sucia. La invasión israelí a territorio libanés. ¿Dónde está el árbitro?
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