julio 09, 2006

Iniciando una nueva etapa en la vida nacional

Enrique Calderón A.

Una nueva etapa en la vida de México está aparentemente por iniciarse. ¿Qué podemos esperar de ella? ¿En qué grado resultará ser más de lo mismo? ¿Responderá a las expectativas de la mayoría de los mexicanos? ¿Podemos esperar del próximo gobierno la aclaración de los casos de corrupción que tanta indignación han causado durante el actual periodo de gobierno? Hacernos estas preguntas y analizar sus posibles respuestas, a partir del oscuro y desaseado proceso electoral que acabamos de vivir, constituye una necesidad prioritaria e ineludible.

Luego de las evidentes manipulaciones de las cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares y del reconocimiento del presidente del IFE de haber presentado a la sociedad mexicana verdades a medias, como corolario de un proceso electoral plagado de inequidades que comenzaron con las intervenciones inaceptables del Presidente para promoverr al candidato del PAN, resulta natural que muchos mexicanos pongamos en duda los resultados electorales, no sólo entre quienes dieron su voto a López Obrador, sino también entre los que votamos en forma distinta.

¿Cómo explicarnos el amplio triunfo del PAN en el estado de Morelos, ante el desprestigio vergonzoso del gobernador Sergio Estrada Cajigal, involucrado en varios escándalos vinculados con el crimen organizado? ¿Cómo explicarnos que mientras los poblanos le retiraban su apoyo al partido del góber precioso, los morelenses no hicieran lo mismo con el suyo? Las diferencias entre las votaciones para Presidente y para gobernador llaman la atención.

¿Cuáles son las razones por las que el PAN tuviese una votación importante en Guerrero, (17 por ciento), cuando durante muchos años el partido prácticamente no ha tenido presencia en ese estado? Difícilmente la candidatura de Felipe Calderón puede explicar estos incrementos de votos para su partido y para él mismo.

La tardía publicación de resultados públicos de las votaciones en cada uno de los estados nos ha impedido a los ciudadanos comunes y corrientes entender qué fue lo que realmente pasó, alimentando las suspicacias, sobre todo cuando recordamos que en el pasado, no sólo la información de las votaciones estatales podía ser consultada, sino también la de cada casilla. Si a todo esto agregamos el creciente rumor de una conferencia telefónica entre Luis Carlos Ugalde y Vicente Fox la noche del 2 de julio, en la que el mandatario le habría ordenado hacer "lo necesario" para detener a López Obrador, nos encontramos ante un escenario bastante complejo.

Veo muy difícil que López Obrador y su equipo puedan probar el fraude hormiga que se cometió contra ellos, pero también veo claro que Felipe Calderón asumirá la Presidencia bajo sospecha de ilegitimidad, y con una cauda brutal de compromisos establecidos con quienes le allanaron el camino al poder, empezando por el actual Presidente de la República, que lo impulsó con todo el poder a su alcance, y que habrá de cobrar sus servicios con la impunidad para su familia y el respeto a compromisos con grupos de poder y organismos internacionales, que en su incompetencia no pudo cumplir.

La lealtad de Felipe Calderón con grupos e individuos vinculados con la ultraderecha, y su posible pertenencia a esos grupos, incidirá sin duda en sus programas de gobierno, relacionados principalmente con la educación, la salud y los aspectos sociales.

Su vinculación con los grupos empresariales y el decidido apoyo que éstos le dieron, ligado todo ello a su promesa de generación de empleos, pero sin referencia alguna a un plan de desarrollo y del fortalecimiento del Estado, indica claramente su intención de mantener el modelo neoliberal actual, que tanto daño ha causado al país.

Sus declaraciones muy personales en torno al peligro que para México representaba su contrincante político, junto con su posición ante el vergonzoso episodio de Atenco, asumiéndose partidario de la aplicación indiscriminada de la ley y el orden, nos dice mucho de su carácter autoritario y faccioso.

Hoy Felipe Calderón hace un llamado a la concordia y se declara partidario de un gobierno de coalición que integre los puntos de vista, los programas e incluso a algunos personajes de izquierda. Qué tanto de esto no es sino parte de una estrategia poselectoral que le permita ganar tiempo y nuevos apoyos. Los ciudadanos comprometidos con la democracia debemos continuar atentos e impedir que las conductas que tanto han dañado al país se sigan consolidando e incrementando las desigualdades y las condiciones de pobreza, estancamiento e inseguridad que hoy padecemos.

La nueva etapa para el país no parece hoy ser distinta de las anteriores.