Todos sueñan, uno ganará
Contra la realidad que dice que la del 2 de julio es una elección incierta y de muy díficil pronóstico, en los cuarteles de campaña de los tres principales candidatos presidenciales se fabrican realidades virtuales. Como en aquellos simpáticos anuncios de la Lotería, cada candidato "ya se vio" como ganador indiscutible de estos comicios y, entre la confianza y el autoengaño, algunos hasta se atreven a decir con cuántos votos ganarán, con qué porcentaje de ventaja o de qué manera sorprenderán a todos con su triunfo, como si la obtención mayoritaria del voto fuera un acto de fe.
Hay, incluso, casos que rayan en la esquizofrenia. Como el de Roberto Madrazo, que contra todos los pronósticos, jura que vencerá a las leyes de la probabilidad y que sorprenderá al país y al mundo con un triunfo que pocos, además de él y sus cercanos, creen posible. En el cuartel madracista se manejan datos y estudios internos que hacen creer a Madrazo que puede ganar la elección con 1.5% de ventaja sobre el segundo lugar que sería, en ese estudio, el perredista Andrés Manuel López Obrador.
Este último también transpira confianza y se ve ya despachando en Palacio Nacional. "Entre 8 y 10 puntos va a ser nuestra ventaja el día de la elección", dice un cercano estratega de la campaña de López Obrador que sustenta su optimismo en fenómenos de "voto oculto" y refiere que el ambiente de polarización y la campaña de ataques contra su candidato terminarán por favorecerles y le darán una ventaja que no lograron registrar las encuestas.
Pero de los tres casos, el más extraño es el del panista Felipe Calderón. El candidato se dice confiado y ayer hasta se atrevió a decir a los periodistas que cubren su campaña que su cálculo es que ganará la elección con 16.5 millones de votos y que su ventaja será de tres puntos porcentuales sobre el segundo lugar, que sería López Obrador. Calderón hizo hasta un pronóstico sobre cómo se dará su triunfo: "Durante toda la mañana -les dijo a los reporteros- habrá un empate con ligera ventaja nuestra, pero a partir de la tarde, cinco estados nos darán el triunfo: Sonora, Baja California, Sinaloa, Nayarit y Baja California Sur", las entidades que manejan el huso horario del Pacífico.
La confianza que Calderón dice tener en su triunfo contrasta con la excesiva, atosigante campaña de spots que sigue manejando el PAN en televisión para tratar de desacreditar la imagen y las propuestas de López Obrador, que más bien parecen mostrar cierta desesperación.
Y mientras los tres de arriba se regodean en sus cifras y números de victoria, abajo los otros dos candidatos se conforman con alcanzar el registro y por encima de 2% de votación, todo lo ven como ganancia. Patricia Mercado, quien hasta las últimas semanas tuvo acceso al financiamiento público por su incapacidad para resolver las disputas internas en su partido, busca desesperada gastar las prerrogativas y paga spots de un minuto en los que apela a romper con el "voto útil" para que, en su cuarto intento, los socialdemócratas logren por fin mantener el registro y obtener una presencia histórica en las dos Cámaras del Congreso.
En el caso de Roberto Campa, en los últimos días sus operadores llegaron a las estaciones de radio y televisión con la chequera abierta a comprar "lo que sea", para machacar su llamado a que los electores les den al menos uno de tres votos en la elección federal. Es claro que en estos últimos días la maestra Elba Esther Gordillo le mandó a Campa y a Nueva Alianza una remesa extra de dinero para ver si así alcanzan el ansiado 2% que las últimas encuestas difundidas no le daban al candidato del llamado Panal.
Al final, cada candidato puede ver la realidad que quiera y soñarse sentado en la silla. La decisión final, la única que cuenta, por encima de sus pugnas, de sus golpes bajos, de su elección polarizada entre ricos y pobres, de sus millones y millones de recursos públicos gastados en publicidad y pagados a la televisión y la radio, será la que tomen los electores en el minuto de libertad que definirá si el panismo se mantiene en el poder o si se opta por la sana alternancia.
Hay, incluso, casos que rayan en la esquizofrenia. Como el de Roberto Madrazo, que contra todos los pronósticos, jura que vencerá a las leyes de la probabilidad y que sorprenderá al país y al mundo con un triunfo que pocos, además de él y sus cercanos, creen posible. En el cuartel madracista se manejan datos y estudios internos que hacen creer a Madrazo que puede ganar la elección con 1.5% de ventaja sobre el segundo lugar que sería, en ese estudio, el perredista Andrés Manuel López Obrador.
Este último también transpira confianza y se ve ya despachando en Palacio Nacional. "Entre 8 y 10 puntos va a ser nuestra ventaja el día de la elección", dice un cercano estratega de la campaña de López Obrador que sustenta su optimismo en fenómenos de "voto oculto" y refiere que el ambiente de polarización y la campaña de ataques contra su candidato terminarán por favorecerles y le darán una ventaja que no lograron registrar las encuestas.
Pero de los tres casos, el más extraño es el del panista Felipe Calderón. El candidato se dice confiado y ayer hasta se atrevió a decir a los periodistas que cubren su campaña que su cálculo es que ganará la elección con 16.5 millones de votos y que su ventaja será de tres puntos porcentuales sobre el segundo lugar, que sería López Obrador. Calderón hizo hasta un pronóstico sobre cómo se dará su triunfo: "Durante toda la mañana -les dijo a los reporteros- habrá un empate con ligera ventaja nuestra, pero a partir de la tarde, cinco estados nos darán el triunfo: Sonora, Baja California, Sinaloa, Nayarit y Baja California Sur", las entidades que manejan el huso horario del Pacífico.
La confianza que Calderón dice tener en su triunfo contrasta con la excesiva, atosigante campaña de spots que sigue manejando el PAN en televisión para tratar de desacreditar la imagen y las propuestas de López Obrador, que más bien parecen mostrar cierta desesperación.
Y mientras los tres de arriba se regodean en sus cifras y números de victoria, abajo los otros dos candidatos se conforman con alcanzar el registro y por encima de 2% de votación, todo lo ven como ganancia. Patricia Mercado, quien hasta las últimas semanas tuvo acceso al financiamiento público por su incapacidad para resolver las disputas internas en su partido, busca desesperada gastar las prerrogativas y paga spots de un minuto en los que apela a romper con el "voto útil" para que, en su cuarto intento, los socialdemócratas logren por fin mantener el registro y obtener una presencia histórica en las dos Cámaras del Congreso.
En el caso de Roberto Campa, en los últimos días sus operadores llegaron a las estaciones de radio y televisión con la chequera abierta a comprar "lo que sea", para machacar su llamado a que los electores les den al menos uno de tres votos en la elección federal. Es claro que en estos últimos días la maestra Elba Esther Gordillo le mandó a Campa y a Nueva Alianza una remesa extra de dinero para ver si así alcanzan el ansiado 2% que las últimas encuestas difundidas no le daban al candidato del llamado Panal.
Al final, cada candidato puede ver la realidad que quiera y soñarse sentado en la silla. La decisión final, la única que cuenta, por encima de sus pugnas, de sus golpes bajos, de su elección polarizada entre ricos y pobres, de sus millones y millones de recursos públicos gastados en publicidad y pagados a la televisión y la radio, será la que tomen los electores en el minuto de libertad que definirá si el panismo se mantiene en el poder o si se opta por la sana alternancia.
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