Las familias ricas del foxismo
josé gil olmos
México, D.F., 14 de junio (apro).- La administración foxista, al igual que en el pasado las priistas, será recordada como una de las más manchadas por la corrupción. Los nombres de las familias Bibriesca, Bueno Torio, Zavala y Fox serán puntos de referencia de cómo el llamado gobierno del cambio adoleció del mismo mal que padece la clase política mexicana: el tráfico de influencias, eufemismo de la corrupción.
El caso de Diego Zavala es el último de los ejemplos de cómo, a lo largo del sexenio foxista, los nuevos gobernantes cayeron en el mismo vicio que ha desangrado al erario público y lastimado la imagen de todos los gobiernos.
El toallagate fue el primer llamado que tuvimos desde la misma casa presidencial de la enorme confusión que provoca el ejercicio del poder público y el provecho que se le quiere sacar para beneficio de unos cuantos.
La presencia de Marta Sahagún, primero como vocera y después como esposa del presidente Fox, fue la confirmación de lo que pronto habríamos de tener en la era del gobierno del cambio: el surgimiento de las nuevas familias ricas de la política mexicana.
En los albores del foxismo se dieron estos primeros destellos de lo que hoy vemos con claridad. Marta Sahagún, con la fundación Vamos México, corrompió el poder presidencial al traficar la influencia del Poder Ejecutivo para apuntalar su proyecto, con el que pretendía llegar a la silla presidencial.
Pero el fracaso de este proyecto la llevó al impulsar la carrera empresarial de sus hijos Manuel y Jorge Bribiesca Sahagún quienes, de la noche a la mañana, se hicieron ricos utilizando la figura presidencial para armar grandes negocios de los que hoy apenas tenemos alguna información.
Los hijos de Marta Sahagún son investigados desde la Cámara de Diputados por sus negocios inmobiliarios, financieros, bancarios, de construcción, aduaneros y hasta de contratos en PEMEX.
Siguiendo la misma huella del tráfico de influencias para el beneficio familiar, siguió Juan Bueno Torio, exdirector general de PEMEX Refinación y actual candidato a senador por el PAN en Veracruz
La misma comisión legislativa que investiga a los hermanos Bibriesca encontró que Bueno Torio habría autorizado a la empresa Autotanques de México, propiedad de Juan José Ortiz Ríos, quien está casado con Lorena Bueno Torio, contratos por 22 mil millones de pesos para la transportación de hidrocarburos.
Entre los principales cuestionamientos que se hicieron fue que otorgó contratos a sus familiares por adjudicación directa a empresas vinculadas con Bueno Torio y sus familiares. Entre éstas, Fletera Continental de Líquidos, propiedad de Luis Ortiz Ríos, otro de sus cuñados, y Transportadora y Distribuidora Isabel, de Emilio Bueno Lázaro, tío del exfuncionario.
Un caso más de corrupción desde el poder son los propios hijos del presidente Fox, Vicentillo y Cristina. Ambos parecen estar involucrados en la compra de uno de los hoteles más tradicionales y hermosos de Guanajuato, la Hacienda de San Gabriel. A través de amigos y del empresario Olegario Vázquez Raña, se sabe que los dos hijos de Fox están preparando la compra de éste hotel.
Pero la pregunta es ¿de dónde sacaran millones de pesos para adquirir el viejo edificio colonial? ¿De dónde vendrán los recursos para convertirse en empresarios de la noche a la mañana?
El último ejemplo de corrupción familiar es el de los hermanos Zavala, la familia política de Felipe Calderón.
La denuncia pública que hizo Andrés Manuel López Obrador de los jugosos negocios que hizo Diego Zavala al amparo de la sombra política de su cuñado Calderón, el presunto incumplimiento en el pago de impuestos y la riqueza compartida con Margarita Zavala, esposa del candidato presidencial panista y socia de su hermano, amplió la percepción social que ya se tenía del tráfico de influencias en el gobierno panista.
De la noche a la mañana, el lema de campaña de Felipe Calderón --“tengo las manos limpias”-- fue invalidado por las pruebas de que los perredistas presentaron de los negocios hechos por las empresas de Diego y Margarita Zavala bajo la égida de Calderón.
La caída al segundo lugar en las últimas encuestas, comprueban que Calderón perdió el posdebate y que la percepción que se tiene en el electorado es que resultó igual de corrupto que los priistas o perredistas. El golpe del “cuñado incómodo” podría resultar mortal para las aspiraciones presidenciales del candidato panista, sobre todo porque impactó en el “voto útil” que esperaba captar al cierre de la campaña.
La memoria es terca. Si algo le ayudó a Fox en su llegada a Los Pinos fue el rechazo social a un sistema de gobierno corrupto en sus estructuras y con grandes negocios familiares desde la esfera del poder político. El caso de los Salinas de Gortari era el más claro.
El “voto del cambio” respondió en gran medida a la exigencia social de dejar atrás este vicio de la política nacional de usar los puestos públicos para el beneficio de los suyos. Hoy ese “voto del cambio” se siente altamente traicionado por los mismos que auguraron su terminación.
México, D.F., 14 de junio (apro).- La administración foxista, al igual que en el pasado las priistas, será recordada como una de las más manchadas por la corrupción. Los nombres de las familias Bibriesca, Bueno Torio, Zavala y Fox serán puntos de referencia de cómo el llamado gobierno del cambio adoleció del mismo mal que padece la clase política mexicana: el tráfico de influencias, eufemismo de la corrupción.
El caso de Diego Zavala es el último de los ejemplos de cómo, a lo largo del sexenio foxista, los nuevos gobernantes cayeron en el mismo vicio que ha desangrado al erario público y lastimado la imagen de todos los gobiernos.
El toallagate fue el primer llamado que tuvimos desde la misma casa presidencial de la enorme confusión que provoca el ejercicio del poder público y el provecho que se le quiere sacar para beneficio de unos cuantos.
La presencia de Marta Sahagún, primero como vocera y después como esposa del presidente Fox, fue la confirmación de lo que pronto habríamos de tener en la era del gobierno del cambio: el surgimiento de las nuevas familias ricas de la política mexicana.
En los albores del foxismo se dieron estos primeros destellos de lo que hoy vemos con claridad. Marta Sahagún, con la fundación Vamos México, corrompió el poder presidencial al traficar la influencia del Poder Ejecutivo para apuntalar su proyecto, con el que pretendía llegar a la silla presidencial.
Pero el fracaso de este proyecto la llevó al impulsar la carrera empresarial de sus hijos Manuel y Jorge Bribiesca Sahagún quienes, de la noche a la mañana, se hicieron ricos utilizando la figura presidencial para armar grandes negocios de los que hoy apenas tenemos alguna información.
Los hijos de Marta Sahagún son investigados desde la Cámara de Diputados por sus negocios inmobiliarios, financieros, bancarios, de construcción, aduaneros y hasta de contratos en PEMEX.
Siguiendo la misma huella del tráfico de influencias para el beneficio familiar, siguió Juan Bueno Torio, exdirector general de PEMEX Refinación y actual candidato a senador por el PAN en Veracruz
La misma comisión legislativa que investiga a los hermanos Bibriesca encontró que Bueno Torio habría autorizado a la empresa Autotanques de México, propiedad de Juan José Ortiz Ríos, quien está casado con Lorena Bueno Torio, contratos por 22 mil millones de pesos para la transportación de hidrocarburos.
Entre los principales cuestionamientos que se hicieron fue que otorgó contratos a sus familiares por adjudicación directa a empresas vinculadas con Bueno Torio y sus familiares. Entre éstas, Fletera Continental de Líquidos, propiedad de Luis Ortiz Ríos, otro de sus cuñados, y Transportadora y Distribuidora Isabel, de Emilio Bueno Lázaro, tío del exfuncionario.
Un caso más de corrupción desde el poder son los propios hijos del presidente Fox, Vicentillo y Cristina. Ambos parecen estar involucrados en la compra de uno de los hoteles más tradicionales y hermosos de Guanajuato, la Hacienda de San Gabriel. A través de amigos y del empresario Olegario Vázquez Raña, se sabe que los dos hijos de Fox están preparando la compra de éste hotel.
Pero la pregunta es ¿de dónde sacaran millones de pesos para adquirir el viejo edificio colonial? ¿De dónde vendrán los recursos para convertirse en empresarios de la noche a la mañana?
El último ejemplo de corrupción familiar es el de los hermanos Zavala, la familia política de Felipe Calderón.
La denuncia pública que hizo Andrés Manuel López Obrador de los jugosos negocios que hizo Diego Zavala al amparo de la sombra política de su cuñado Calderón, el presunto incumplimiento en el pago de impuestos y la riqueza compartida con Margarita Zavala, esposa del candidato presidencial panista y socia de su hermano, amplió la percepción social que ya se tenía del tráfico de influencias en el gobierno panista.
De la noche a la mañana, el lema de campaña de Felipe Calderón --“tengo las manos limpias”-- fue invalidado por las pruebas de que los perredistas presentaron de los negocios hechos por las empresas de Diego y Margarita Zavala bajo la égida de Calderón.
La caída al segundo lugar en las últimas encuestas, comprueban que Calderón perdió el posdebate y que la percepción que se tiene en el electorado es que resultó igual de corrupto que los priistas o perredistas. El golpe del “cuñado incómodo” podría resultar mortal para las aspiraciones presidenciales del candidato panista, sobre todo porque impactó en el “voto útil” que esperaba captar al cierre de la campaña.
La memoria es terca. Si algo le ayudó a Fox en su llegada a Los Pinos fue el rechazo social a un sistema de gobierno corrupto en sus estructuras y con grandes negocios familiares desde la esfera del poder político. El caso de los Salinas de Gortari era el más claro.
El “voto del cambio” respondió en gran medida a la exigencia social de dejar atrás este vicio de la política nacional de usar los puestos públicos para el beneficio de los suyos. Hoy ese “voto del cambio” se siente altamente traicionado por los mismos que auguraron su terminación.
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