La derecha amenaza la equidad de género
La derecha amenaza la equidad de género
Los gobiernos panistas han caído en excesos doctrinarios cuando se habla del tema de la mujer
Osvaldo Ruiz Ramírez/Colaboración especial
Miércoles 21 de Junio de 2006El siglo XX fue el despertar en México y el mundo de una nueva filosofía llamada feminista, que parte fundamentalmente, de una visión cultural crítica al sta tus quo machista.
La dimensión humanista de esta nueva corriente de pensamiento ha tenido alianzas en amplios sectores de la población; sin embargo, también ha tenido histórica y sistemáticamente una oposición férrea en los grupos confesionales conservadores y de derecha como los sinarquistas, las damas de la vela perpetua, Provida, El Yunque y demás organizaciones adheridas orgánicamente en torno a las tesis fundamentales del Partido Acción Nacional, que es el brazo electoral de una vasta estructura que está en contra de entender y aplicar cambios sociales, jurídicos, políticos y económicos a favor de las mujeres; ello les ha ubicado como un partido cuya plataforma en materia de derechos humanos representa fielmente al México del siglo XIX.
Vayamos desmenuzando algunos elementos de análisis. En primer lugar, la característica sobre la cuaál se funda el Partido Acción Nacional; al respecto la periodista Guadalupe Loaeza, hija del fundador del PAN, el Flaco Loaeza, conocedora del entorno de los panistas fundadores, en sus vastísimos libros sobre la oligarquía criolla y sobre la gente bien, señala que el partido de la derecha se establece sobre las mismas bases sobre las cuales se asienta la familia ortodoxa católica, es decir, el patriarcado; de tal forma que podemos definir al PAN como la unión de familias de rancio linaje, agredidas por la política de justicia social que aplicó el General Lázaro Cárdenas del Río, cuyos interlocutores políticos válidos eran única y exclusivamente los paterfamilias, en este sentido las consortes, a la vieja usanza de los reinados del Viejo Continente, servían para hacer exclusivamente alianzas entre familias poderosas.
El análisis es crudo, pero la realidad es aún mucho peor, ¿cuántas mujeres panistas han destacado por propios méritos en las filas del PAN? Muy pocas y desconocidas por la gente común. Aún más, queda clara la unión matrimonial de Felipe con Margarita, constituye una alianza política entre los Calderón y los Zavala, cuyos dividendos están expuestos el día de hoy ante la opinión pública.
Otro dato revelador de la visión misógina de los conservadores lo constituye el año de 1954, cuando el presidente de la República reconoce los derechos políticos de las mujeres a votar y ser votadas, fruto de la lucha ejemplar de miles de mujeres que inició en la década de los 30 en todo el país, agrupadas en torno al Frente Amplio Pro Derechos de la Mujer, que aglutinó a mujeres obreras, universitarias, campesinas, luchadoras sociales, dirigentes de organizaciones sociales y mujeres de todas las tendencias de izquierda.
En este sentido cabría preguntar: ¿dónde estaban las mujeres panistas? A partir de 1970 las mujeres de la segunda ola, con la conformación de grupos de conciencia, se constituyen en amplio y vigoroso movimiento que toma por asalto las calles, los claustros universitarios, las colonias populares y los sindicatos, vindicando no ya sus derechos políticos, sino la extensión a la totalidad de los derechos humanos. ¿Dónde estaba la élite cultural panista? ¿Apoyando las demandas de las mujeres? No. Los pocos intelectuales panistas seguían discutiendo sobre cosas obsoletas como la brega de la eternidad, sobre la tesis de Santo Tomas de Aquino, releyendo los principios económicos de los fisiócratas o sobre la lucidez de Lucas Alamán. Pero no estaban con las feministas.
Los gobiernos panistas han caído en excesos doctrinarios cuando se habla del tema de la mujer
Osvaldo Ruiz Ramírez/Colaboración especial
Miércoles 21 de Junio de 2006El siglo XX fue el despertar en México y el mundo de una nueva filosofía llamada feminista, que parte fundamentalmente, de una visión cultural crítica al sta tus quo machista.
La dimensión humanista de esta nueva corriente de pensamiento ha tenido alianzas en amplios sectores de la población; sin embargo, también ha tenido histórica y sistemáticamente una oposición férrea en los grupos confesionales conservadores y de derecha como los sinarquistas, las damas de la vela perpetua, Provida, El Yunque y demás organizaciones adheridas orgánicamente en torno a las tesis fundamentales del Partido Acción Nacional, que es el brazo electoral de una vasta estructura que está en contra de entender y aplicar cambios sociales, jurídicos, políticos y económicos a favor de las mujeres; ello les ha ubicado como un partido cuya plataforma en materia de derechos humanos representa fielmente al México del siglo XIX.
Vayamos desmenuzando algunos elementos de análisis. En primer lugar, la característica sobre la cuaál se funda el Partido Acción Nacional; al respecto la periodista Guadalupe Loaeza, hija del fundador del PAN, el Flaco Loaeza, conocedora del entorno de los panistas fundadores, en sus vastísimos libros sobre la oligarquía criolla y sobre la gente bien, señala que el partido de la derecha se establece sobre las mismas bases sobre las cuales se asienta la familia ortodoxa católica, es decir, el patriarcado; de tal forma que podemos definir al PAN como la unión de familias de rancio linaje, agredidas por la política de justicia social que aplicó el General Lázaro Cárdenas del Río, cuyos interlocutores políticos válidos eran única y exclusivamente los paterfamilias, en este sentido las consortes, a la vieja usanza de los reinados del Viejo Continente, servían para hacer exclusivamente alianzas entre familias poderosas.
El análisis es crudo, pero la realidad es aún mucho peor, ¿cuántas mujeres panistas han destacado por propios méritos en las filas del PAN? Muy pocas y desconocidas por la gente común. Aún más, queda clara la unión matrimonial de Felipe con Margarita, constituye una alianza política entre los Calderón y los Zavala, cuyos dividendos están expuestos el día de hoy ante la opinión pública.
Otro dato revelador de la visión misógina de los conservadores lo constituye el año de 1954, cuando el presidente de la República reconoce los derechos políticos de las mujeres a votar y ser votadas, fruto de la lucha ejemplar de miles de mujeres que inició en la década de los 30 en todo el país, agrupadas en torno al Frente Amplio Pro Derechos de la Mujer, que aglutinó a mujeres obreras, universitarias, campesinas, luchadoras sociales, dirigentes de organizaciones sociales y mujeres de todas las tendencias de izquierda.
En este sentido cabría preguntar: ¿dónde estaban las mujeres panistas? A partir de 1970 las mujeres de la segunda ola, con la conformación de grupos de conciencia, se constituyen en amplio y vigoroso movimiento que toma por asalto las calles, los claustros universitarios, las colonias populares y los sindicatos, vindicando no ya sus derechos políticos, sino la extensión a la totalidad de los derechos humanos. ¿Dónde estaba la élite cultural panista? ¿Apoyando las demandas de las mujeres? No. Los pocos intelectuales panistas seguían discutiendo sobre cosas obsoletas como la brega de la eternidad, sobre la tesis de Santo Tomas de Aquino, releyendo los principios económicos de los fisiócratas o sobre la lucidez de Lucas Alamán. Pero no estaban con las feministas.
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