Una sociedad escindida
Luis Villoro
Las elecciones del 2 de julio han comprobado un hecho: México está escindido. Escisión entre pobres y ricos, entre izquierda y derecha, entre los de arriba y los de abajo y en medio.
La división ha permanecido en los siglos XIX y XX. Los dos Méxicos subsisten. Es esta división radical la que ha hecho posible, en lo político, las campañas electorales sucias, plagadas de descalificaciones y aun calumnias contra el adversario. Pero es también esa división la que puede explicar cómo el sector privilegiado en lo económico y en lo social puede tratar de justificarse mediante la violencia verbal. Las recientes campañas ¿no son un signo claro de que perdura la división? ¿Cómo superarla entonces?
1. Un primer paso sería cobrar conciencia de nuestra realidad escindida, sin tapujos ni pretendidas justificaciones ideológicas. Por eso, en lo electoral, es urgente comprobar la validez de la elección con el cómputo voto por voto, como exige López Obrador. Sólo así podríamos los ciudadanos tener una mínima seguridad que justifique nuestra elección, sea cual fuere el ganador. Entonces podrían empezar a curarse las heridas que han dejado tanto una elección con sospecha de fraudulenta como una sucia campaña.
2. Pero esa primera condición, por obvia, no sería suficiente para empezar a superar los daños que causó la campaña. Pero las heridas producidas tienen una causa profunda: la persistencia de la desigualdad entre los dos Méxicos. Mientras no lleguemos a lograr el reconocimiento lúcido de la realidad escindida de nuestra sociedad, toda cura será vana.
3. La conciencia de la desigualdad entre los dos Méxicos debe darnos un grito de alarma. Tiene que conducirnos a la resistencia y aun a una lucha decidida contra aceptar una nación dividida entre pobres y ricos, entre privilegiados y excluidos. La resistencia cívica sería nuestra única defensa contra la división que se nos quiere imponer. La resistencia es el inicio de un camino que aminore la desigualdad.
4. Cualquiera que sea el vencedor en la contienda electoral tendrá que atender ese grito de alarma. No valen dilaciones. Es urgente tomar decisiones drásticas. Sólo así podría empezarse a abrir un camino para aliviar la desigualdad.
5. Si el vencedor es López Obrador podrá iniciarse una vía paulatina para luchar contra la división económica y social. Si, en cambio, el ganador fuera Calderón, sólo podemos esperar que logre vencer la tendencia de la derecha de oponerse a la desigualdad real ignorándola o incluso reprimiéndola. No habría lugar para componendas ni negociaciones. En ese caso se abriría un volcán imposible de apagar.
Se confirmaría entonces que la otra campaña sigue la única vía posible.
Las elecciones del 2 de julio han comprobado un hecho: México está escindido. Escisión entre pobres y ricos, entre izquierda y derecha, entre los de arriba y los de abajo y en medio.
La división ha permanecido en los siglos XIX y XX. Los dos Méxicos subsisten. Es esta división radical la que ha hecho posible, en lo político, las campañas electorales sucias, plagadas de descalificaciones y aun calumnias contra el adversario. Pero es también esa división la que puede explicar cómo el sector privilegiado en lo económico y en lo social puede tratar de justificarse mediante la violencia verbal. Las recientes campañas ¿no son un signo claro de que perdura la división? ¿Cómo superarla entonces?
1. Un primer paso sería cobrar conciencia de nuestra realidad escindida, sin tapujos ni pretendidas justificaciones ideológicas. Por eso, en lo electoral, es urgente comprobar la validez de la elección con el cómputo voto por voto, como exige López Obrador. Sólo así podríamos los ciudadanos tener una mínima seguridad que justifique nuestra elección, sea cual fuere el ganador. Entonces podrían empezar a curarse las heridas que han dejado tanto una elección con sospecha de fraudulenta como una sucia campaña.
2. Pero esa primera condición, por obvia, no sería suficiente para empezar a superar los daños que causó la campaña. Pero las heridas producidas tienen una causa profunda: la persistencia de la desigualdad entre los dos Méxicos. Mientras no lleguemos a lograr el reconocimiento lúcido de la realidad escindida de nuestra sociedad, toda cura será vana.
3. La conciencia de la desigualdad entre los dos Méxicos debe darnos un grito de alarma. Tiene que conducirnos a la resistencia y aun a una lucha decidida contra aceptar una nación dividida entre pobres y ricos, entre privilegiados y excluidos. La resistencia cívica sería nuestra única defensa contra la división que se nos quiere imponer. La resistencia es el inicio de un camino que aminore la desigualdad.
4. Cualquiera que sea el vencedor en la contienda electoral tendrá que atender ese grito de alarma. No valen dilaciones. Es urgente tomar decisiones drásticas. Sólo así podría empezarse a abrir un camino para aliviar la desigualdad.
5. Si el vencedor es López Obrador podrá iniciarse una vía paulatina para luchar contra la división económica y social. Si, en cambio, el ganador fuera Calderón, sólo podemos esperar que logre vencer la tendencia de la derecha de oponerse a la desigualdad real ignorándola o incluso reprimiéndola. No habría lugar para componendas ni negociaciones. En ese caso se abriría un volcán imposible de apagar.
Se confirmaría entonces que la otra campaña sigue la única vía posible.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home