julio 14, 2006

Esto aún no comienza

Luis Javier Garrido

La tentativa de fraude electoral de 2006 no es contra Andrés Manuel López Obrador para impedirle llegar a Palacio Nacional, como pretenden los medios, sino contra el pueblo mexicano; de ahí la magnitud de la resistencia civil que se organiza.

1. El nerviosismo de Felipe Calderón y de su equipo tras la jornada electoral no se debe a que no tienen libertad para controlar la estrategia poselectoral panista por ser simples marionetas de Fox y de Salinas, sino a que saben que perdieron la elección presidencial y que las evidencias del fraude cometido por el gobierno foxista y el PAN en estrecha sinergia son contundentes.

2. La tentativa de fraude fue haciéndose más descarada la noche del 2 de julio por el intento de albazo que llevaron a cabo el gobierno foxista y el IFE a través de los medios con la pretensión de presentar la elección como un hecho consumado ante los mexicanos y el propio tribunal sin tener elementos. Al fallar las manipulaciones de última hora para hacer cuadrar las cifras maquilladas, el IFE perdió las formas y evidenció más el fraude, que culminó con el conteo distrital fraudulento del miércoles 5, que fue ilegal, pues no está facultado por principio legal alguno para hacerlo.

3. La pretensión de imponer las cifras fraudulentas falló, y al día siguiente, cuando la presentadora de noticias de CNN en español preguntó a su corresponsal Harris Whitbeck, luego de toda esa noche de sumatoria mediática, si todo había concluido, él respondió con inteligencia: "No, esto aún no comienza..."

4. Y ello porque la sala superior del Tribunal Electoral tiene como sus más altas responsabilidades, según el artículo 99 constitucional: a) declarar la validez de la elección presidencial (que ha pretendido arrebatarle Televisa) y b) hacer la declaratoria de quién es el presidente electo, resueltas las impugnaciones y realizado el cómputo final de la elección de presidente (que buscó quitarle el IFE de Ugalde), y no podrá fallar a favor de esta burda imposición sin violar de manera flagrante los derechos político-electorales de los mexicanos, que suponen que las elecciones deben organizarse bajo los principios constitucionales de "certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad" (artículo 41).

5. El pánico de Calderón se acrecienta por el fallo del tribunal, pues su esperanza está en que los siete magistrados actúen por consigna y conforme al acuerdo sobre la "alternancia" pactado por Salinas y el PAN en 1989, pues, en estricto apego a derecho, la sala superior no podría aceptar como "legal" la votación para un candidato como él, que fue obtenida por presiones y manipulaciones ilegales. Las presiones ilícitas de Fox sobre los mexicanos, utilizando durante meses recursos estatales para apoyar al panista, el uso fraudulento de los programas sociales estatales que hizo Josefina Vázquez Mota, ya considerada una conspicua delincuente electoral, o la campaña fascista en los medios, que no detuvo el IFE, sino después de semanas, son causales para anular la votación del panista. A esto se agregan las manipulaciones ilegales de la votación y de las actas durante la jornada electoral a la vieja usanza priísta, así como las acciones y omisiones ilícitas poselectorales del IFE, haciendo un recuento trampeado para el que no tiene facultades, utilizando recursos cibernéticos para imponer el resultado fraudulento y ahora abriendo ilegalmente paquetes para ajustar la votación, todo lo cual hace de Calderón uno de los más finos especímenes de la mapachería nacional.

6. El gobierno de Fox actuó en 2006 peor que el de De la Madrid en 1988, y el PAN salinizado se mimetizó en un PRI tan burdo y sofisticado como aquél, porque en ambos casos estuvo tras bambalinas Salinas. Para describir el 3 de julio a muchos ciudadanos que se sorprendieron de ver el espectáculo de terror poselectoral, habría que parafrasear a Tito Monterroso: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí", pero se fijó bien y ahora era azul.

7. Los grupos de poder que controlan el régimen foxista-salinista, al no poder ocultar la naturaleza fraudulenta de "la elección", buscan doblegar al tribunal con los medios, pero es significativo que los voceros de Calderón sean César Nava, quien como funcionario de Pemex fue señalado como traficante de influencias por favorecer ilegalmente con contratos a los parientes de Calderón, y Juan Camilo Mouriño, hijo del aventurero gallego Juan Carlos Mouriño, señalado en la prensa española como prestanombres de Fox para hacer negocios turbios en España. El aparato de Estado -y el país-, le están recordando a los mexicanos, se halla en manos de ellos, políticos delincuentes, quienes no ocultan que han actuado bajo el temor de que el poder se les está escapando de las manos.

8. El temor de las gentes de Fox y Calderón sobre el papel que está tomando la clase trabajadora ante el fraude lo manifiestan sus voceros en los medios, quienes pretenden que los sindicalizados no participan en las movilizaciones y que aguardarán el fallo del tribunal, cuando lo cierto es que hay consenso del movimiento obrero de que no debe manifestarse en forma corporativa y el reconocimiento de que los trabajadores participan activamente de manera individual en las movilizaciones, ya que han tomado conciencia de que una hipotética llegada de Calderón a Los Pinos culminaría el despojo a sus derechos históricos y un golpe definitivo a los sindicatos.

9. La intentona de Los Pinos para convalidar el fraude mediante felicitaciones de gobernantes extranjeros a Calderón carece de trascendencia, pues gobiernos como el estadunidense y el español se han echado para atrás, tanto por los reclamos que están recibiendo como porque no olvidan la historia. En 1986 Reagan convalidó el fraude electoral en Filipinas tras la declaratoria de validez de los comicios y conminó a la oposición a someterse, pero tras varias semanas de resistencia civil del pueblo e imponerse el triunfo de Corazón Aquino, dio marcha atrás y reconoció al nuevo gobierno.

10. La movilización social es un arma legítima de los pueblos cuando un gobierno, como el foxista, violenta el orden legal; de ahí el temor gubernamental y la violencia de su nueva campaña, ahora para negar el fraude y descalificar a López Obrador y a los mexicanos que se oponen a esta burla a sus derechos político-electorales. La confrontación social, olvidan las gentes en el poder, no es consecuencia de las elecciones, sino de las políticas neoliberales que de Salinas a Fox han llevado a las mayorías a la miseria, por lo que exigir que se cuente voto por voto es un acto en defensa de la supervivencia de la nación.