julio 05, 2006

Del agotamiento a la movilización

Jorge Octavio Ochoa
El Universal
Martes 04 de julio de 2006

Es el silencio. Los apoyadores improvisados de ayer ya no estuvieron hoy, pero en la puerta amanecieron mudos carteles: "Andrés Manuel, si es necesaria otra revolución, nos levantaremos contigo para exigir la democracia". Es la crónica del día después, cuando la contienda parece perdida. Pero lo bueno está por venir.

México apenas abre los ojos la mañana del lunes, luego de la borrachera de cifras y de la resaca de incertidumbre tras la elección presidencial y él ya está ahí, en una entrevista de televisión, en medio esa calma. Aparece en las pantallas un López Obrador agotado, desvelado; con la advertencia: "Pediremos un recuento, acta por acta".

Es la elección presidencial más reñida dicen los comentaristas de radio, como si 1988 hubiese sido una anécdota. El goteo de cifras dura toda la noche y todo el día, en gráficas que colocan a un Felipe Calderón siempre arriba, en el conteo de votos que aparece detalladamente en internet.

No ha dormido desde las 7:00 de la mañana del día previo. Han pasado más de 24 horas de la vorágine de ese día interminable, y ya desde temprano está ahí, en las instalaciones de una televisora, en un intento por explicar lo sucedido durante esas horas, y parecen tener las primeras luces.

Horas y horas de llamadas telefónicas la madrugada de ese lunes, antes de que la luz del día los sorprendiera nuevamente sin haber pegado un ojo, hasta tener cierta claridad de lo ocurrido. El líder nacional del PRD, Leonel Cota, ratifica: "Vamos a revisar casilla por casilla, ahí está la verdad".

Después de la entrevista con Carlos Loret de Mola -en torno de las siete de la mañana-, López Obrador regresa a Televisa, dicen que está con Emilio Azcárraga, top secret. Después se dirige a la casa de campaña, en San Luis y Orizaba -colonia Roma-, donde se encierra en una oficina con su hijo José Ramón.

Codo a codo, observan en una computadora el avance del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), hasta que se recarga en el hombro de su hijo mayor, vencido por el cansancio. Deja caer el peso por un instante, hasta que, pasado el mediodía, decide regresar a su departamento de Copilco para dejarse ir en el sueño...

En el edificio de Odontología 57 aparecen más y más pancartas: "Felipe Calderón, te cansaste de comer PAN; ni creas que vas a comer pastel"; "Felipe, el IFE es tuyo, el pueblo no. No nos vamos a dejar". Muro doliente, vitral de alegorías, en esa vieja estructura, a la que él regresa. Su refugio.

Las imágenes danzan. José Óscar Montiel Roldán, un ciudadano como cualquier otro, dice con voz temblorosa, llorosa: "No es posible que lo vuelvan a hacer. No es justo que los medios masivos le quieran quitar el triunfo". Llega con papeles a la casa de campaña, para aportar presuntas pruebas de lo que él llama "el fraude".

Otro anciano, llamado Federico, ataviado con ropas desgarradas y sucias, se le acerca a Jesús Ortega y suplicante le implora: "¿Verdad que no ganó el PAN, verdad que no?". Pero la plana mayor de la coalición Por el Bien de Todos prepara ya el contraataque. La pregunta es: ¿qué hicieron en la noche?, ¿qué pasó con el PREP?

A las 18:40 reaparece en la casa de campaña un López Obrador resucitado: "No aceptamos el resultado, vamos a exigir que se haga un recuento casilla por casilla, acta por acta... reconozco que hubo manipulación del PREP". Afuera, un pequeño grupo de simpatizantes lanza consignas. Empieza la movilización.