En defensa del voto ciudadano: Abel Santiago
En la primera asamblea informativa efectuada el domingo nueve de este mes, convocada por el candidato triunfador a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, se llenó el Zócalo capitalino a toda su capacidad.
En la segunda, llevada a cabo el domingo siguiente, 16 de julio, esa gigantesca explanada fue insuficiente, porque acudieron ciudadanos de toda la República para manifestar su inconformidad y su coraje por el fraude cometido por el Instituto Federal Electoral y su declaratoria ilegal de que el triunfador fue el panista Felipe Calderón Hinojosa. La multitud, de más de millón y medio de personas, llegó hasta llenar el Paseo de la Reforma y calles que conducen a la Plaza de la Constitución. No fue el acarreo, ni el interés por un obsequio, sino la convicción ciudadana por la defensa del voto que las autoridades electorales manejaron a su antojo, apoyadas por la pareja presidencial, el alto clero, las empresas transnacionales y la oligarquía mexicana.
Cada día, en lugar de abandonarlo por considerarlo derrotado, crece más el número de simpatizantes de López Obrador, porque están seguros de su triunfo y porque él, que no se acobarda como se acobardó Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano cuando también le robaron el triunfo, está dispuesto a defender el voto popular y nuestra aún incipiente y muy golpeada democracia. También porque cada día se descubren más trastupijes cometidos por Fecal y sus partidarios, y se va desenmascarando a mayor número de sus cómplices, que desde los inicios de la precampaña trataron de nulificar al ahora presidente electo. Nunca en la historia de México, como lo han reconocido a regañadientes los medios impresos de comunicación, se había reunido tanta gente en un acto cívico como el del domingo 16. Es que otra burla a los derechos ciudadanos, otro fraude no se tolerará.
Hasta hoy se tiene todavía confianza en el Poder Judicial, y para el caso en el Tribunal Federal Electoral, pero tratándose del mismo aparato gubernamental, al que además se le entregará toda la documentación electoral ya alterada, ya bien preparada por las propias manos sucias que cometieron el fraude, es posible que confirme el triunfo de Fecal, ignorando las impugnaciones y la petición popular de recuento de votos. Entonces, como lo advirtió el propio López Obrador, tendremos un presidente espurio, dedicado a gobernar para las clases privilegiadas, y complaciente con los círculos allegados al imperialismo. El antijuarismo de Fox se habrá institucionalizado.
Ante este peligro, el pueblo tendrá que permanecer unido, con López Obrador a la cabeza, y tal vez con el PRD como fuerza política representativa de la democracia, ya sin el estigma de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien no pudo permanecer mucho tiempo fuera de las elites del poder. Sería un sexenio muy largo, de grandes batallas contra el usurpador, enemigo natural del pueblo. Siempre a la defensiva, porque es mucho el daño que puede ocasionarnos otro periodo panista, ya más fogueado, que se encargaría de hundir más al país, no sólo en la miseria, sino en la entrega de sus recursos más preciados.
Confiamos todavía en que el último recurso no nos falle, el Tribunal Federal Electoral, y por eso son urgentes más movilizaciones, en todos los pueblos del territorio nacional, para demostrar que el voto mayoritario fue para López Obrador. La tercera asamblea informativa a que acaba de invitarse, para el domingo 30 de este mes, sin duda que llenará todo el centro histórico de la capital, porque a medida que pasa el tiempo, crece más la irritación ante la incertidumbre y la impotencia.
En la segunda, llevada a cabo el domingo siguiente, 16 de julio, esa gigantesca explanada fue insuficiente, porque acudieron ciudadanos de toda la República para manifestar su inconformidad y su coraje por el fraude cometido por el Instituto Federal Electoral y su declaratoria ilegal de que el triunfador fue el panista Felipe Calderón Hinojosa. La multitud, de más de millón y medio de personas, llegó hasta llenar el Paseo de la Reforma y calles que conducen a la Plaza de la Constitución. No fue el acarreo, ni el interés por un obsequio, sino la convicción ciudadana por la defensa del voto que las autoridades electorales manejaron a su antojo, apoyadas por la pareja presidencial, el alto clero, las empresas transnacionales y la oligarquía mexicana.
Cada día, en lugar de abandonarlo por considerarlo derrotado, crece más el número de simpatizantes de López Obrador, porque están seguros de su triunfo y porque él, que no se acobarda como se acobardó Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano cuando también le robaron el triunfo, está dispuesto a defender el voto popular y nuestra aún incipiente y muy golpeada democracia. También porque cada día se descubren más trastupijes cometidos por Fecal y sus partidarios, y se va desenmascarando a mayor número de sus cómplices, que desde los inicios de la precampaña trataron de nulificar al ahora presidente electo. Nunca en la historia de México, como lo han reconocido a regañadientes los medios impresos de comunicación, se había reunido tanta gente en un acto cívico como el del domingo 16. Es que otra burla a los derechos ciudadanos, otro fraude no se tolerará.
Hasta hoy se tiene todavía confianza en el Poder Judicial, y para el caso en el Tribunal Federal Electoral, pero tratándose del mismo aparato gubernamental, al que además se le entregará toda la documentación electoral ya alterada, ya bien preparada por las propias manos sucias que cometieron el fraude, es posible que confirme el triunfo de Fecal, ignorando las impugnaciones y la petición popular de recuento de votos. Entonces, como lo advirtió el propio López Obrador, tendremos un presidente espurio, dedicado a gobernar para las clases privilegiadas, y complaciente con los círculos allegados al imperialismo. El antijuarismo de Fox se habrá institucionalizado.
Ante este peligro, el pueblo tendrá que permanecer unido, con López Obrador a la cabeza, y tal vez con el PRD como fuerza política representativa de la democracia, ya sin el estigma de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien no pudo permanecer mucho tiempo fuera de las elites del poder. Sería un sexenio muy largo, de grandes batallas contra el usurpador, enemigo natural del pueblo. Siempre a la defensiva, porque es mucho el daño que puede ocasionarnos otro periodo panista, ya más fogueado, que se encargaría de hundir más al país, no sólo en la miseria, sino en la entrega de sus recursos más preciados.
Confiamos todavía en que el último recurso no nos falle, el Tribunal Federal Electoral, y por eso son urgentes más movilizaciones, en todos los pueblos del territorio nacional, para demostrar que el voto mayoritario fue para López Obrador. La tercera asamblea informativa a que acaba de invitarse, para el domingo 30 de este mes, sin duda que llenará todo el centro histórico de la capital, porque a medida que pasa el tiempo, crece más la irritación ante la incertidumbre y la impotencia.
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