Escenarios posibles de un voto
Por Luis Carlos Plata
Para evitar situaciones como la de mi boleta no registrada, es mejor contar voto por voto, casilla por casilla, nuevamente. Voy a relatar una situación en particular que en su momento ya fue consignada por Mosaico de Egos.
La madrugada del lunes 3 de julio, mientras seguía con expectación los avances del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) desde mi ordenador personal, por curiosidad y en espera de la siguiente actualización de cifras abrí la página de Internet del IFE e ingresé el número de sección de mi credencial para votar, en espera de obtener los resultados totales en la casilla más cercana a mi domicilio.
Para sorpresa de quien esto escribe, en el renglón de diputados aparecía en ceros —y sigue apareciendo, puesto que los números están todavía disponibles on line— el apartado referente a votos nulos.
Al respecto tengo una simple observación: convencido de que las propuestas presentadas en mi distrito fueron paupérrimas, cuando no inexistentes, anulé mi voto cruzando la totalidad de la papeleta e inscribiendo la leyenda “cancelado”, para no dar lugar a dudas.
¿Entonces?, se preguntará usted, ¿Hubo fraude cibernético? Al respecto, tengo varias hipótesis:
¿Será que mi boleta fue a parar al arroyo Ceballos, o a los cauces de La Tórtola, o a cualquiera de los 20 arroyos que cruzan la mancha urbana de Saltillo, como parte de la propaganda-basura electoral?
¿Acaso la papeleta invalidada sirvió para limpiar los restos de catsup que desbordaban las hamburguesas de los funcionarios de casilla?
¿Y si Pablo Sergio Aispuro, vocal ejecutivo de la Junta Local del IFE en Coahuila, tiene privado de su libertad el documento electoral en las inoperantes y burocráticas oficinas a su cargo?
¿El relleno sanitario es una opción igual de segura que los consejos distritales y su permanente vigilancia del Ejército?
¿Se hallará la boleta anulada en poder de algún candidato de oposición para ser utilizada en alguna protesta posterior en forma de orejas de burro? (acuérdese de la imagen de Vicente Fox, diputado federal panista, protestando de dicha forma en el Congreso de la Unión por el fraude de 1988. Cómo cambian los papeles).
¿Posiblemente la capacitación a los funcionarios de casilla fue tan intensa y exhaustiva que aún no deliberan el sentido de mi sufragio? ¿Estarán consultando jurisprudencias al respecto? ¿Pensarán que “cancelado” es un candidato independiente y que la equis gigantesca que pinté fue por la aprobación de todas las propuestas?
A decir verdad, me convence más la idea de que la papeleta haya sido contabilizada —para bien o para mal, consciente o inconscientemente— como un voto más por Yericó, el único candidato oficial del PRI en la pasada elección, mientras que sus representantes electorales y abogados de partido se divertían tomando fotografías con las cámaras digitales y sus 100 pesotes que les fueron obsequiadas por su labor.
Por todo lo anterior, y por otros muchos casos en particular en los que también existen dudas, contabilizar voto por voto, abriendo los paquetes electorales en los que se presumen irregularidades, sólo así, existirá certeza definitiva del resultado final de la elección aunque la diferencia fuese de uno. En el caso contrario, si se cerrara el proceso de una vez por todas con una estimación supuesta de 250 mil sufragios a favor de Felipe Calderón, la suspicacia se hará presente por siempre.
Cortita y al pie
Porqué tanta prisa, porqué tomar como certeza un prematuro cómputo nacional. Es evidente que se trata de un proceso largo, que no termina con la jornada electoral, que requiere paciencia y que debe cumplirse a cabalidad especialmente en el caso de una elección extraordinariamente competida.
No caeremos en ingobernabilidad por hacer algo así, no seremos la comidilla internacional y mucho menos estallará la violencia en las calles. Al exigir que se respeten resultados que todavía no se emiten, una vez más, se demuestra la ignorancia y la intolerancia de los panistas, además de la complicidad del órgano electoral.
La última y nos vamos
Para evitar situaciones como la de mi boleta no registrada, es mejor contar voto por voto, casilla por casilla, nuevamente.
Aceptémoslo, no representa un gasto mayor ni una pérdida de tiempo. El IFE, a excepción del Registro Federal de Electores, medio trabaja durante los periodos comprendidos entre los procesos electorales. Por lo tanto, su aportación para sacar adelante el recuento de votos no creo que represente una carga a sabiendas que se tirarán a la hamaca durante los próximos tres años. Nada les cuesta. Es preferible la certeza que se obtendrá luego de no más de 15 días de escrutinio, que la incertidumbre que durará los próximos seis años de gobierno. ¿A poco no?
carlos_plata01@hotmail.com
Para evitar situaciones como la de mi boleta no registrada, es mejor contar voto por voto, casilla por casilla, nuevamente. Voy a relatar una situación en particular que en su momento ya fue consignada por Mosaico de Egos.
La madrugada del lunes 3 de julio, mientras seguía con expectación los avances del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) desde mi ordenador personal, por curiosidad y en espera de la siguiente actualización de cifras abrí la página de Internet del IFE e ingresé el número de sección de mi credencial para votar, en espera de obtener los resultados totales en la casilla más cercana a mi domicilio.
Para sorpresa de quien esto escribe, en el renglón de diputados aparecía en ceros —y sigue apareciendo, puesto que los números están todavía disponibles on line— el apartado referente a votos nulos.
Al respecto tengo una simple observación: convencido de que las propuestas presentadas en mi distrito fueron paupérrimas, cuando no inexistentes, anulé mi voto cruzando la totalidad de la papeleta e inscribiendo la leyenda “cancelado”, para no dar lugar a dudas.
¿Entonces?, se preguntará usted, ¿Hubo fraude cibernético? Al respecto, tengo varias hipótesis:
¿Será que mi boleta fue a parar al arroyo Ceballos, o a los cauces de La Tórtola, o a cualquiera de los 20 arroyos que cruzan la mancha urbana de Saltillo, como parte de la propaganda-basura electoral?
¿Acaso la papeleta invalidada sirvió para limpiar los restos de catsup que desbordaban las hamburguesas de los funcionarios de casilla?
¿Y si Pablo Sergio Aispuro, vocal ejecutivo de la Junta Local del IFE en Coahuila, tiene privado de su libertad el documento electoral en las inoperantes y burocráticas oficinas a su cargo?
¿El relleno sanitario es una opción igual de segura que los consejos distritales y su permanente vigilancia del Ejército?
¿Se hallará la boleta anulada en poder de algún candidato de oposición para ser utilizada en alguna protesta posterior en forma de orejas de burro? (acuérdese de la imagen de Vicente Fox, diputado federal panista, protestando de dicha forma en el Congreso de la Unión por el fraude de 1988. Cómo cambian los papeles).
¿Posiblemente la capacitación a los funcionarios de casilla fue tan intensa y exhaustiva que aún no deliberan el sentido de mi sufragio? ¿Estarán consultando jurisprudencias al respecto? ¿Pensarán que “cancelado” es un candidato independiente y que la equis gigantesca que pinté fue por la aprobación de todas las propuestas?
A decir verdad, me convence más la idea de que la papeleta haya sido contabilizada —para bien o para mal, consciente o inconscientemente— como un voto más por Yericó, el único candidato oficial del PRI en la pasada elección, mientras que sus representantes electorales y abogados de partido se divertían tomando fotografías con las cámaras digitales y sus 100 pesotes que les fueron obsequiadas por su labor.
Por todo lo anterior, y por otros muchos casos en particular en los que también existen dudas, contabilizar voto por voto, abriendo los paquetes electorales en los que se presumen irregularidades, sólo así, existirá certeza definitiva del resultado final de la elección aunque la diferencia fuese de uno. En el caso contrario, si se cerrara el proceso de una vez por todas con una estimación supuesta de 250 mil sufragios a favor de Felipe Calderón, la suspicacia se hará presente por siempre.
Cortita y al pie
Porqué tanta prisa, porqué tomar como certeza un prematuro cómputo nacional. Es evidente que se trata de un proceso largo, que no termina con la jornada electoral, que requiere paciencia y que debe cumplirse a cabalidad especialmente en el caso de una elección extraordinariamente competida.
No caeremos en ingobernabilidad por hacer algo así, no seremos la comidilla internacional y mucho menos estallará la violencia en las calles. Al exigir que se respeten resultados que todavía no se emiten, una vez más, se demuestra la ignorancia y la intolerancia de los panistas, además de la complicidad del órgano electoral.
La última y nos vamos
Para evitar situaciones como la de mi boleta no registrada, es mejor contar voto por voto, casilla por casilla, nuevamente.
Aceptémoslo, no representa un gasto mayor ni una pérdida de tiempo. El IFE, a excepción del Registro Federal de Electores, medio trabaja durante los periodos comprendidos entre los procesos electorales. Por lo tanto, su aportación para sacar adelante el recuento de votos no creo que represente una carga a sabiendas que se tirarán a la hamaca durante los próximos tres años. Nada les cuesta. Es preferible la certeza que se obtendrá luego de no más de 15 días de escrutinio, que la incertidumbre que durará los próximos seis años de gobierno. ¿A poco no?
carlos_plata01@hotmail.com
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