Temores de fraude en México
Betty Brannan Jaén
Panamá, RP. -Yo tengo una idea muy sencilla de cómo se debe determinar el ganador de cualquiera elección: se cuentan los votos y, si hay alguna disputa al respecto, se hacen todos los recuentos que sean necesarios hasta lograr un resultado claro.
Esa tiene que ser la posición de todo candidato genuinamente comprometido con democracia, no solamente para preservar su honor personal sino también para garantizar la legitimidad política de su gestión. George W. Bush, por ejemplo, perdió legitimidad democrática para siempre, a mis ojos, al resistirse ferozmente a la idea de un recuento completo de los votos en Florida en 2000. Luego, los medios hicieron un recuento de los votos en Florida (estado decisivo en esa elección) y descubrieron que Albert Gore había ganado; la triste ironía es que si el propio Gore hubiera tenido más compromiso democrático, él hubiera pedido un recuento completo en Florida en lugar de solo un recuento de los condados que lo favorecían. No hacerlo le costó a Gore (¡y al mundo entero!) una elección en que él era el triunfador legítimo.
En el estado de Washington, por contraste, hubo que contar tres veces los votos en la elección para gobernador de 2004. El republicano Dino Rossi ganó el conteo inicial por 261 votos y el recuento mecanizado por solo 42. Se hizo entonces un recuento manual y la candidata demócrata, Christine Gregoire, ganó por 129 votos. Rossi no tuvo éxito en impugnar ese resultado.
Todo esto me sirve de preámbulo para comentar la situación actual en México, donde hay graves acusaciones de irregularidades en las elecciones del domingo pasado. Después de varios días de disputa, se ha declarado como ganador a Felipe Calderón, candidato oficialista, por estrechísimo margen, sobre Andrés Manuel López Obrador (o "AMLO"), candidato principal de la oposición. AMLO (izquierdista) insiste en un recuento y Calderón (derechista) lo rechaza.
¿Se teme un fraude? Sí, me señaló Gilberto López y Rivas, analista mexicano.
"Considero que hay suficientes elementos para dictaminar que sí hubo fraude", me escribió López y Rivas, "en primer lugar por el hecho de que el árbitro electoral, el Instituto Federal Electoral (IFE), no actuó con imparcialidad y condujo el conteo de votos tanto preliminares como finales con características estadísticamente imposibles". Se habla abiertamente en México de un "fraude cibernético" que, explica el analista mexicano, depende "de un algoritmo integrado en el programa de las computadoras que llevaron los recuentos". También se habla de muchas otras irregularidades (compra de votos, intimidación a los votantes, insuficiencia de papeletas en muchas casillas de votación, etcetera).
El mismo hecho de que Calderón se niegue a un recuento manual, agrega López y Rivas, puede ser visto como una confirmación de que hubo fraude y ya hay algunos grupos armados que amenazan con "luchar junto al pueblo contra el fraude electoral".
En Washington, en meses recientes, me pareció palpar cierta preocupación por la posibilidad de que AMLO ganara estas elecciones en México. Muy sotto voce (en voz baja) se comentaba que una cosa era tener a mandatarios izquierdistas en Bolivia, Brasil y Venezuela y otra muy distinta tener a uno al otro lado de la frontera con México. Los pronunciamientos oficiales, sin embargo, eran cautelosos.
Pero el New York Times reportó ayer, sábado, que "la Casa Blanca se ha apresurado para apoyar a Calderón" en esta disputa y que Bush no esperó que Calderón fuera declarado oficialmente el ganador para llamarlo por teléfono para felicitarlo. No es muy difícil imaginar que quizás Bush le aconsejó a Calderón que siga resistiéndose al recuento; esa táctica anti-democrática le sirvió muy bien a Bush en Florida.
En esta elección mexicana, editorializó el Times anteayer, las muchas "discrepancias que generalmente favorecen al señor Calderón" requieren que se haga un recuento manual, voto por voto, y que ambos candidatos se comporten de manera sobria: AMLO no debe incitar inestabilidad y Calderón no debe oponerse al recuento.
Es que en toda elección hay un elemento de fraude, me señaló un analista estadounidense, Mark Weisbrot (del Center for Economic and Policy Research en Washington), por lo que la pregunta crucial siempre es si el fraude afectó el resultado. En este caso, opinó Weisbrot, "dadas las irregularidades en el proceso, la parcialidad comprobada del IFE, lo estrecho de la votación y el largo historial de fraude electoral [en México], las autoridades tendrán que hacer una recuento completo" si se quiere que el país tenga una elección --y un presidente-- con credibilidad.
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