julio 20, 2006

¿Tú le crees al IFE?... Yo tampoco


Rafael Mendoza Castillo
Sábado 15 de Julio de 2006

Dos de julio de 2006 no se olvida. Una fecha más en el calendario de nuestra memoria histórica. Cuántas fechas hemos acumulado, de este tipo en nues tra experiencia, los mexicanos que nos ubicamos en el escenario de la izquierda. Creo que muchas. ¿Cuántas más faltarán? Nos quieren saturar la conciencia.

Jamás podrán domesticar al pensamiento crítico. Con esta nueva fecha, al fin nos dimos cuenta que este país no es una unidad, como lo ha venido sosteniendo el discurso oficialista. Quedó demostrado en las urnas y en las luchas cotidianas que existen, dos visiones del mundo, que abrevan en dos documentos distintos de nuestra historia.

Unos, los azules, la derecha, los panistas, los convencidos y otros engañados, se han instalado en los privilegios, en la acumulación desmedida de capital, sus ideas conservadoras y sus actores correspondientes. Los otros, los amarillos, los pobres, la izquierda, los que han acumulado desgracias, los olvidados del desarrollo y los que siempre le han apostado al futuro, la esperanza, la justicia, la equidad, con sus actores correspondientes y con sus ideas revolucionarias o progresistas.

Donde ellos ven un empate y una diferencia, yo veo una contradicción política y social. Veo el choque de dos opciones históricas. No es un asunto de estadísticas empatadas, desde el poder, sino de profundas contradicciones de clases sociales. Robarle los votos a la izquierda y sus simpatizantes es frenar el cambio de sistema social y, sobre todo, robarnos la esperanza en un mañana mejor.

La derecha empata para mantener el orden y dejarnos la sensación ilusoria del «ya merito». Estoy seguro que la mayoría de los ciudadanos se inclinaron por la izquierda. De ahí el miedo de la derecha y sus adláteres: empresarios ricos, la cúpula de la Iglesia Católica, la clase política gobernante, etcétera. Recordemos que las estructuras del sistema priísta siguen en pie. El foxismo se negó a derrumbarlas.

Es más, las utilizó para cometer fraude y golpear a sus opositores. Llevar la elección a un empate o la pequeña diferencia (medio punto porcentual, 240 mil votos) es considerar que la política se orienta por la estadística o la matemática. Esta tesis ignora que la política es la acción social humana que traza los fines de una nación y sus formas de organización. Por eso un voto es más que un dato estadístico. Significa la lucha por los fines públicos de este país. Por eso defenderemos el voto que depositamos el 2 de julio de 2006.

Ni los niños creen en el empate o la pequeña diferencia. Para algunos intelectuales mexicanos se trata de «un golpe de Estado técnico». Cómo no voy a dudar del IFE, si éste coincidió con las actitudes de los medios de comunicación, las dos televisoras monopólicas del país (Ley Televisa).

Que casualidad que ninguna dio el ganador y fueron muy respetuosas de la decisión del IFE. Incluso el señor presidente también fue cómplice con la postura del IFE. Dónde se pusieron de acuerdo. Pero también la cúpula priísta coincidió con todo lo anterior. Tengo el derecho de ser mal pensado. Todos sabemos cómo se conformó el IFE, fue una decisión del PAN y del PRI. Este IFE tiene que responder a los intereses de estos grupos y no respondió a los votantes de la izquierda y sus simpatizantes.

Como bien lo dice Javier Flores: «Doctor Ugalde, por favor, no subestime a los mexicanos. La imposición de Felipe Calderón como presidente de la República ha sido un proyecto muy costoso económicamente. Se trata de la fabricación de una realidad que se disfraza de objetividad y neutralidad al más puro estilo del positivismo de los siglos XVIII y XIX». Me niego a que mi voto se pierda en la estadística cibernética y algorítmica.

Mi voto tiene que ser respetado y ubicado en las coordenadas de las categorías de lo social. Esto implica que no sólo es producto de la emoción por el cambio, sino que debo defenderlo porque con él va mi valoración, mi sentido histórico, mi compromiso con los pobres y mi deseo de querer otro sistema social, fundado en lo humano y nunca en el dinero. Los ciudadanos determinamos caminar hacia la izquierda.

Sin embargo, la derecha nos ofrece el empate o la pequeña diferencia como salida al conflicto de clases. No se trata de paisanos o amigos. Lo que no entienden es que la gente ya no quiere el modelo neoliberal injusto de acumulación de capital y menos a sus clases defensoras. Es momento de construir la clase de los olvidados, de los excluidos, de los pobres y de todos aquellos que sufren la injusticia del actual sistema. Empecemos por movilizar a los actores, defendiendo el voto.

Solamente así festejaremos los 100 años de la Revolución y los 200 de la Independencia. Lo demás es espectáculo para fortalecer el ego personal. Al final del proceso el presidente de la República, el presidente del IFE, el PAN, el PRI, las televisoras monopólicas de la diversión y el entretenimiento, que no del pensar, se dieron la mano para llevarnos al «empate técnico» o la pequeña diferencia.

Así tienen que terminar los cómplices, dado que durante la campaña y antes, se unieron para calumniar, descalificar, crear miedo en el electorado, para que el abanderado de la izquierda no ganara las elecciones. Pero resultó que la gente salió a votar por la izquierda y a la hora de contar los votos decidieron manipular los números a favor del candidato oficial, a la manera tradicional, sin que el sistema se les cayera, como en 1988. De configurarse el fraude anunciado de 2006, el camino del voto en las urnas no es viable para la izquierda.

Este camino de acceso al poder presidencial se cierra. Tendremos que buscar otras alternativas más dolorosas para los ciudadanos, con el fin de parar el tren del capitalismo salvaje. Nos van a dejar ser diputados, gobernadores, presidentes municipales, senadores etcétera, etcétera. Lugares donde no se trazan las políticas públicas de la nación. Repensemos esta democracia mexicana que le apuesta a los más ricos y se olvida de la mayoría de los ciudadanos. Cambiemos los adjetivos de esta democracia corporativa.

El candidato de la izquierda ganó en los tiempos ordenados por el propio sistema social capitalista y la gente, los ciudadanos, así lo determinaron. Si el sistema y la clase política de derecha hicieron trampa y pretenden negar el triunfo al elector que escogió cambiar el modelo económico depredador, éste puede escoger el tiempo de la rebeldía legítima, que exige mayor esfuerzo y compromiso.

Pero esta acción política es más digna que la aceptación de la corrupción de la política, al violentar la voluntad de los ciudadanos. De ahí la relevancia de contar voto por voto. La historia conlleva el mal creativo y el sentido destructivo. Este momento histórico reclama el ejercicio del primero. Digamos no al fraude. Sí el respeto al voto de los mexicanos. Movilizarnos para defender las opciones y proyectos de los pobres y excluidos del sistema capitalista. Por un nuevo orden económico justo y hacia la izquierda. Ya basta de enmascarar la realidad desigual con la unidad hipócrita oficialista. Nuevos conceptos para nuevas realidades.