julio 20, 2006

Como si no los conociéramos

1. Si bien muchos de los más destacados liderazgos panistas aquí en el Estado provienen de las grandes movilizaciones ciudadanas de 1997 contra el porrismo y la corrupción hechos gobierno en la entidad, la prueba de fuego de éstos, como de todo el campo democrático colimense, radicó en su manejo del poder cuando hicieron diversos gobiernos municipales y con el triunfo de Fox en el año 2000, cuando pasaron a detentar delegaciones federales y hasta puestos menores en el gabinete presidencial.

Y es ahí donde la puerca torció el rabo, pues ya desde el período de Enrique Michel al frente de la alcaldía capitalina, como le sucedió a Martha Sosa un trienio antes en el ayuntamiento de Manzanillo, ambos liderazgos se vieron rodeados de gente sí emanada del PAN, pero con un fuerte deseo de acumular capital en el menor tiempo posible, por no decir robar, dejando de lado las reivindicaciones democráticas y de una mejor vida para todos, lo cual fue medrando la confianza de la ciudadanía en el partido albiazul como un factor de cambio alternativo y real.

Pero si a partir de las experiencias de gobierno y de las diputaciones y senadurías detentadas por cuadros del PAN, es como la gente va evaluando y diferenciando entre un partido y otro, entre una propuesta de gobierno y otra, el colmo para la población incluidos muchos militantes de a pie panistas, fue observar cómo los “dirigentes” panistas se repartieron las delegaciones federales aquí en Colima, sin que en la mayoría de los casos los nuevos titulares tuvieran la más mínima formación profesional al respecto, con lo que de entrada reeditan los viejas y viciosas maneras de hacer política del PRI.

Es así que Ramón del Toro, amigazo del alcalde Leoncio Morán se hizo de la delegación federal de la Reforma Agraria, pero siendo un ignorante absoluto en cuestiones de economía y derecho rural. Tal puesto fue recientemente otorgado a otro oportunista y falso demócrata, de tantos que han inundado al PAN, de nombre Ricardo Sánchez Arreguín, por el simple hecho de ser el adulador oficial de Jorge Iñiguez y su amanuense comunicacional, y por haber jugado el papel de golpeador mediático al servicio de los dinosaurios panistas como Víctor Torres y el mismo Iñiguez, contra la señora Martha Sosa cuando intentó ser el año pasado presidenta estatal de Acción Nacional, faltando poco para que la expulsaran del partido esos mismos que ahora se dicen orgullosos de su victoria en la senaduría, incluido el posible regidor priísta Francisco Santana, quien recordemos amables lectores era el brazo derecho de Iñiguez en la fracción de diputados panistas en el Congreso local.

Ya con el gobierno de Locho quedó claro cómo un muy reducido número de familias, todas emparentadas entre sí, fueron las que detentaron las mejores posiciones tanto en el cuerpo edilicio como en los de confianza y dirección, traicionando de lleno la esperanza de la población; y esa misma pauta perversa se ha repetido y se repite en todos los casos donde el PAN ha sido gobierno municipal.

El esquema de Hildebrando, puesto al descubierto por Andrés Manuel López, corrobora cómo con familiares muy cercanos, Felipe Calderón a través de su cuñado incomodo y aliados, estaban conformando un estado con minúscula dentro del Estado con mayúscula, con el que por medio de programas de software específicos tenían acceso a información privilegiada del IFE, IPAB antes Fobaproa o Solidaridad, y por supuesto a jugosos contratos con el gobierno federal.

El discurso hipócrita y antilaboral con el que Elías Martínez y la plana mayor del PAN estatal pretenden “solucionar” el conflicto de Tecomán, pero sin sacrificar en lo más mínimo los grotescos privilegios tanto del alcalde como de sus incondicionales y empleados de confianza, vuelve a poner en evidencia que Acción Nacional dejó ser ya una opción de transformación democrática para el país y nuestra sociedad.

Por motivos como estos, por la hipocresía mayúscula que priva en las posturas y prácticas de los políticos panistas y sus achichincles a lo Sánchez Arreguín, es que millones y millones de mexicanos exigimos que se abran las urnas, y se pase a contar voto por voto para dar certidumbre total al proceso electoral. Porque escudados en el ansia de cambio de los ciudadanos, muchos líderes panistas han reproducido sin el menor rubor las viejas mañas del PRI. Todas ellas puestas en juego este dos de julio para hacer posible la victoria aunque sea amañada, de Felipe Calderón, en esta épica contienda presidencial.

2. Según apunta Walter Molano, economista en jefe de BCP Securities, las elecciones hicieron obvio que la sociedad mexicana está dividida en tres principales grupos socioeconómicos, los campesinos, la clase media urbana y los industriales y la élite de los negocios. En ese sentido el reciente proceso electoral fue un lazo a tres vías, entre las principales fuerzas sociales que desde hace 150 años se disputan la hegemonía de la nación.