julio 17, 2006

Reconstruir la elección


José Agustín Ortiz Pinchetti

Es muy difícil mantener la serenidad ante el complejo escenario poselectoral en México. Los conductores de la derecha y los conspicuos comentaristas de televisión están empeñados en ofuscar una cuestión central: el recuento hecho por el Instituto Federal Electoral (IFE) que da a Felipe Calderón una ventaja insignificante fue desafiado por Andrés Manuel López Obrador, quien ha demandado el conteo voto por voto. La elección está en vilo.

Lo cerrado del resultado ha evidenciado las condiciones injustas en que se dio la contienda, los abusos por la utilización de recursos públicos y privados, y las anomalías en la jornada electoral. Los reportes innumerables sobre compra de votos, la intervención de servidores públicos, las inconsistencias en el conteo -que favorecen a Felipe Calderón- y la destrucción de boletas electorales dan cuenta de la reaparición de los viejos vicios de las elecciones mexicanas. La intervención de Elba Esther Gordillo y del aparato del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en favor de Calderón es grotesca. Aunque el PRI la expulsó, esta participación "sindical" hace sórdida la elección.

La imagen del IFE está dañada hasta lo irreparable: hoy nadie comparte la pretensión del presidente consejero, Luis Carlos Ugalde, de que los comicios fueron maravillosos, mucho menos que el triunfo del candidato del Partido Acción Nacional (PAN) es contundente e inobjetable, co-mo decía el PRI. En México tenemos una tradición arraigada de fraude electoral desde 1824. La única elección aceptada fue la del año 2000. Vicente Fox logró la alternancia, pero todo indica que el mandatario, el grupo oligárquico que apoya al PAN y el viejo partido de derecha tienen la intención de restaurar la regla por la cual el presidente decide quién es su sucesor y aplasta a la oposición, cueste lo que cueste.

En estas condiciones, la reconstrucción completa de la elección se vuelve indispensable. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuya creación fue el logro máximo de la reforma de 1996, tiene ante sí la oportunidad de de-mostrar su independencia y eficacia encabezando el rencuentro. Esto podría concretarse en 21 días. La resistencia de Felipe Calderón a esta revisión profunda es muy sospechosa.

El desenlace de las elecciones del pasado 2 de julio no ha dejado satisfecho a nadie y, por el contrario, dejará dividida a la sociedad mexicana y débil a la Presidencia de la República.

Aunque muchos medios de comunicación apoyan el recuento de votos, consideran que López Obrador no debe llamar a sus partidarios a las plazas. Pero AMLO tiene que hacerlo para enfrentar el enorme aparato que quiere borrarlo del mapa. El aliado más efectivo de Andrés Manuel es la masa popular, en la que logró despertar la esperanza.

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