Nueva fase
Astillero
Julio Hernández López
Resistencia civil de izquierda
Caldera desfondada en 15 días
Nulidad igual a impunidad
La movilización ciudadana de ayer a favor de la transparencia electoral hace que el litigio político por la Presidencia de la República entre en una nueva fase. El número de asistentes, pero sobre todo, el ánimo de ellos (festivo, convencido, activo, contenidamente pacífico), muestran que falló la terrible acometida de medios, Iglesia, empresarios y Estado (MIEDO) con la que trataron de imponer la percepción social de que Felipe Calderón había ganado los comicios y que inevitablemente era el próximo PREPsidente del país llamado CiberMéxico.
En este cambio de escenario, Andrés Manuel López Obrador retoma la iniciativa política, luego de dos semanas extraordinariamente difíciles, en las que llegó a trastabillar sobre todo en cuanto a la definición del objetivo jurídico a conseguir: limpieza del proceso o anulación; pruebas de fraude manual tradicional o también evidencias cibernéticas, además de los enredos que le causaron los videos salmantinos del embarazo de urnas y la descalificación que hizo de los propios representantes partidistas en casillas.
El planteamiento de una segunda etapa de lucha descansa especialmente en la convocatoria a la resistencia civil, forma de lucha contra abusos del poder que los panistas han practicado con pasión en décadas anteriores. Al litigio judicial y la movilización pública, el lopezobradorismo ha decidido añadir la práctica de acciones concretas que desobedecen y retan a los poderes. El panismo foxista o calderonista no estará en condiciones de satanizar esa forma de lucha porque distinguidos personajes del partido blanquiazul se empeñaron en ese tipo de resistencia en muchas elecciones estatales y municipales, incluso con el apoyo apenas encubierto de dirigentes católicos y líderes empresariales.
El nuevo acomodo del tablero de ajedrez tiene como elemento llamativo el fracaso de los esfuerzos por acallar la protesta ciudadana, pero también el hecho de que día a día surgen pruebas del fraude manual y cibernético que en contra de López Obrador fue realizado. Las historietas numéricas que habrían dado legalidad y legitimidad al presunto triunfo de Feli-Pillo Cibernético han quedado suficientemente descalificadas tanto por las evidencias documentales -actas del día de la elección, manipulación de los resultados preliminares, desaseo y contradicciones en los conteos distritales- como por las posteriores medidas desesperadas de mapacheril corrección que llevaron a los directivos del IFE a abrir contra derecho 40 por ciento de los paquetes electorales del país.
Tantas muestras de delincuencia electoral hacen pensar que la elección de Presidente de la República está en vías de ser declarada nula. En el fondo, esa posibilidad ayudaría a la pareja presidencial porque así acabaría deshaciéndose del nunca suficientemente deseado Felipe Calderón y, por un tiempo que en términos judiciales valdría oro, de los ánimos justicieros de López Obrador. Anular los comicios presidenciales significaría abrir un periodo de negociaciones políticas en las que PAN y PRI acabarían nombrando un presidente interino (¿qué tal un patriota como Cuauhtémoc Cárdenas, el coordinador vicentenario oportunamente colocado en la antesala?) que convocaría a comicios para completar el periodo sexenal, pero ¡ojo, mucho ojo!, en esa hipótesis los arreglos de cúpula podrían incluir la impunidad de los tórtolos de Los Pinos y de su parentela metida en tráfico de influencias y otras linduras jurídicamente punibles. Entre más débil llegue el próximo gobierno, más difícil le será tomar medidas fuertes contra segmentos de poder como las complicidades de la señora Marta, el señor Vicente y sus hermanos e hijos bribiescas y bribonescos. Anular las elecciones, desde luego, también sería recortar el periodo presidencial, pues en caso de que AMLO decidiera volver a participar en los comicios, y se le reconociera el triunfo, ya no ejercería el sexenio completo, sino la parte que quedara después del interinato.
Por ello es que el movimiento de López Obrador busca limpiar las elecciones, pero no anularlas, contar voto por voto pero no tumbar el proceso. El factor netamente electoral ha pasado a un plano importante, pero no definitorio: es posible que a partir de ahora lo esencial sea el grado de protesta y su calidad. La resistencia civil requiere organización, pero, en especial, pacifismo, y justamente allí es donde los adversarios de AMLO podrán jugar las cartas de la provocación y de la represión. El discurso del odio tomará ahora la forma de la defensa de la legalidad y el rechazo a la desobediencia (que si fuera panista sería una respetable dama de sociedad, entonces sí reconocida como resistencia civil). Los voceros mediáticos del régimen en busca de renovación, el de las complicidades corporativas que buscan establecerse por décadas, seguirán aislándose en sus castillos de marfil electrónico, creyendo que aún podrán sostener a un Felipe Calderón que ni él mismo se la cree. Y los represores agazapados estarán prestos para revivir las glorias de Atenco en cuanto sea necesario.
En quince días, sin embargo, el cuadro se le ha descompuesto gravemente a los calderónicos y su presunto equipo de respaldo (Fox, Marta, Salinas, Abascal, entre otros). El equipo de FelIFE ha dado graves muestras de minusvalía, con una Josefina Vas Que... a la que sus poses monjiles no libran del grave pecado republicano de haber usado la información asistencial federal para fines electorales, o con el impresentable joven Mouriño, de negocios familiares escandalosos por oscuros y siempre aprovechados del poder. Además, los cuchillos largos del PRI están cambiando las perspectivas de negociaciones gordillistas, sobre todo con gobernadores del tricolor, que el calderonismo preveía. Pero, por sobre todo, pareciera que ese calderonismo desfondado perdió -en quince días- la oportunidad de asestar un golpe irreparable de usurpación frente al cual los mexicanos debieran aceptar su imposición como presidente.
Y, mientras, este tecleador da las gracias a todos quienes ayer le dieron el gran honor de saludarlos personalmente, ¡hasta mañana, viendo que Chente y Marta siguen gastando el dinero del pueblo en viajes internacionales sin más provecho que el deleite personal!
Fax: 56 05 20 99 juliohdz@jornada.com.mx
Julio Hernández López
Resistencia civil de izquierda
Caldera desfondada en 15 días
Nulidad igual a impunidad
La movilización ciudadana de ayer a favor de la transparencia electoral hace que el litigio político por la Presidencia de la República entre en una nueva fase. El número de asistentes, pero sobre todo, el ánimo de ellos (festivo, convencido, activo, contenidamente pacífico), muestran que falló la terrible acometida de medios, Iglesia, empresarios y Estado (MIEDO) con la que trataron de imponer la percepción social de que Felipe Calderón había ganado los comicios y que inevitablemente era el próximo PREPsidente del país llamado CiberMéxico.
En este cambio de escenario, Andrés Manuel López Obrador retoma la iniciativa política, luego de dos semanas extraordinariamente difíciles, en las que llegó a trastabillar sobre todo en cuanto a la definición del objetivo jurídico a conseguir: limpieza del proceso o anulación; pruebas de fraude manual tradicional o también evidencias cibernéticas, además de los enredos que le causaron los videos salmantinos del embarazo de urnas y la descalificación que hizo de los propios representantes partidistas en casillas.
El planteamiento de una segunda etapa de lucha descansa especialmente en la convocatoria a la resistencia civil, forma de lucha contra abusos del poder que los panistas han practicado con pasión en décadas anteriores. Al litigio judicial y la movilización pública, el lopezobradorismo ha decidido añadir la práctica de acciones concretas que desobedecen y retan a los poderes. El panismo foxista o calderonista no estará en condiciones de satanizar esa forma de lucha porque distinguidos personajes del partido blanquiazul se empeñaron en ese tipo de resistencia en muchas elecciones estatales y municipales, incluso con el apoyo apenas encubierto de dirigentes católicos y líderes empresariales.
El nuevo acomodo del tablero de ajedrez tiene como elemento llamativo el fracaso de los esfuerzos por acallar la protesta ciudadana, pero también el hecho de que día a día surgen pruebas del fraude manual y cibernético que en contra de López Obrador fue realizado. Las historietas numéricas que habrían dado legalidad y legitimidad al presunto triunfo de Feli-Pillo Cibernético han quedado suficientemente descalificadas tanto por las evidencias documentales -actas del día de la elección, manipulación de los resultados preliminares, desaseo y contradicciones en los conteos distritales- como por las posteriores medidas desesperadas de mapacheril corrección que llevaron a los directivos del IFE a abrir contra derecho 40 por ciento de los paquetes electorales del país.
Tantas muestras de delincuencia electoral hacen pensar que la elección de Presidente de la República está en vías de ser declarada nula. En el fondo, esa posibilidad ayudaría a la pareja presidencial porque así acabaría deshaciéndose del nunca suficientemente deseado Felipe Calderón y, por un tiempo que en términos judiciales valdría oro, de los ánimos justicieros de López Obrador. Anular los comicios presidenciales significaría abrir un periodo de negociaciones políticas en las que PAN y PRI acabarían nombrando un presidente interino (¿qué tal un patriota como Cuauhtémoc Cárdenas, el coordinador vicentenario oportunamente colocado en la antesala?) que convocaría a comicios para completar el periodo sexenal, pero ¡ojo, mucho ojo!, en esa hipótesis los arreglos de cúpula podrían incluir la impunidad de los tórtolos de Los Pinos y de su parentela metida en tráfico de influencias y otras linduras jurídicamente punibles. Entre más débil llegue el próximo gobierno, más difícil le será tomar medidas fuertes contra segmentos de poder como las complicidades de la señora Marta, el señor Vicente y sus hermanos e hijos bribiescas y bribonescos. Anular las elecciones, desde luego, también sería recortar el periodo presidencial, pues en caso de que AMLO decidiera volver a participar en los comicios, y se le reconociera el triunfo, ya no ejercería el sexenio completo, sino la parte que quedara después del interinato.
Por ello es que el movimiento de López Obrador busca limpiar las elecciones, pero no anularlas, contar voto por voto pero no tumbar el proceso. El factor netamente electoral ha pasado a un plano importante, pero no definitorio: es posible que a partir de ahora lo esencial sea el grado de protesta y su calidad. La resistencia civil requiere organización, pero, en especial, pacifismo, y justamente allí es donde los adversarios de AMLO podrán jugar las cartas de la provocación y de la represión. El discurso del odio tomará ahora la forma de la defensa de la legalidad y el rechazo a la desobediencia (que si fuera panista sería una respetable dama de sociedad, entonces sí reconocida como resistencia civil). Los voceros mediáticos del régimen en busca de renovación, el de las complicidades corporativas que buscan establecerse por décadas, seguirán aislándose en sus castillos de marfil electrónico, creyendo que aún podrán sostener a un Felipe Calderón que ni él mismo se la cree. Y los represores agazapados estarán prestos para revivir las glorias de Atenco en cuanto sea necesario.
En quince días, sin embargo, el cuadro se le ha descompuesto gravemente a los calderónicos y su presunto equipo de respaldo (Fox, Marta, Salinas, Abascal, entre otros). El equipo de FelIFE ha dado graves muestras de minusvalía, con una Josefina Vas Que... a la que sus poses monjiles no libran del grave pecado republicano de haber usado la información asistencial federal para fines electorales, o con el impresentable joven Mouriño, de negocios familiares escandalosos por oscuros y siempre aprovechados del poder. Además, los cuchillos largos del PRI están cambiando las perspectivas de negociaciones gordillistas, sobre todo con gobernadores del tricolor, que el calderonismo preveía. Pero, por sobre todo, pareciera que ese calderonismo desfondado perdió -en quince días- la oportunidad de asestar un golpe irreparable de usurpación frente al cual los mexicanos debieran aceptar su imposición como presidente.
Y, mientras, este tecleador da las gracias a todos quienes ayer le dieron el gran honor de saludarlos personalmente, ¡hasta mañana, viendo que Chente y Marta siguen gastando el dinero del pueblo en viajes internacionales sin más provecho que el deleite personal!
Fax: 56 05 20 99 juliohdz@jornada.com.mx
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