Re-negados
alejandro pérez utrera
México, D. F., 13 de julio (apro).- ¡Ah, caray...! ¿Que ya está prohibido hablar de fraude en un país cuyos partidos, políticos e instituciones, con la noble ayuda de la televisión privada, lo han defraudado por sistema?
¿Que ya está vedado hablar de fraude en un país cuya estructura de relaciones financieras, comerciales y legales no podría sostenerse ni un segundo sin las columnas del fraude?
¡Bien, pues! Entonces nos queda cada vez más claro –porque así debe ser, porque así lo dicen los cruzados de Vicente Fox y Felipe Calderón– que la democracia es ya una forma de vida en México, una realidad incuestionable que produce ganadores incuestionables.
Qué bueno que nos lo avisan porque, de ahora en adelante, evitaremos el acto de herejía que implica siquiera pronunciar la palabra fraude, a pesar de estos fantasiosos antecedentes:
--La conformación del actual Consejo General del IFE a partir de un pacto faccioso entre el PAN y el PRI, con la exclusión del PRD, y mediante los buenos oficios de Elba Esther Gordillo, amiga del “árbitro” electoral, Luis Carlos Ugalde, y del presidente Fox.
--El embate del Estado foxista para destruir a un insignificante “señor López” con un intento de desafuero y un denuesto sistemático.
--En el caso de los videoescándalos de la corrupción bejaranista y poncista, el uso con fines partidistas de todo el aparato del Estado, incluyendo los órganos de inteligencia, para hundir al político tabasqueño.
--La campaña de terror chupacabrero para comparar a un simple “señor López” con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
--La injerencia electoral del presidente Fox, mediante spots y declaraciones, a favor del candidato oficial y en contra del populista “señor López”.
--El documentado uso clientelar y populista del padrón de beneficiarios de apoyos sociales del gobierno federal, y de los recursos mismos de estos programas, en provecho de Calderón.
--La “guerra sucia” del candidato panista contra ese tal López que, de buenas a primeras (¡uy!), se convierte en “un peligro para México”.
--Los spots de nuestros empresarios modelo –esos que pagan sueldos tan dignos a los mexicanos y tan incapaces son de explotar a nadie– a favor del continuismo y en contra de López Obrador.
--Las tibias intervenciones del “árbitro” electoral Luis Carlos Ugalde y, de plano, su inacción para contener la “guerra sucia” contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos.
--La electorera “detención” y posterior exoneración (después de los comicios, claro) del expresidente Luis Echeverría.
--La manipulación del sistema de conteo rápido del IFE, el PREP, para fomentar desde el principio una ilusión ganadora en beneficio del candidato del gobierno.
--La renuncia de un importante funcionario del IFE indignado por estas irregularidades.
--Las inconformidades, suscritas por consejeros electorales de algunos estados, ante diversas inconsistencias en el conteo.
--El comportamiento atípico, según numerosos especialistas, de las gráficas del cómputo del sistema del PREP.
--La sospecha, por parte de expertos en estadística e informática, sobre el posible uso de un “algoritmo” para favorecer al candidato del PAN en cualquier escenario.
--La reducción de por lo menos dos centésimas (de .60 a .58%) en los votos de Calderón –quien llegó a tener una ventaja de 1.04% en el conteo rápido– entre el cómputo del PREP y el conteo de actas en los 300 distritos electorales.
--El silencio inicial de Ugalde respecto de la existencia de más de 10 mil actas inconsistentes, que comprometían más de 2 y medio millones de votos, los cuales no habían sido considerados en el conteo rápido.
--El primer mensaje de Ugalde, el de las ocho de la noche del 2 de julio, en el que evitó señalar tendencias.
--Su mensaje posterior, el de las 11 de la noche que, como árbitro electoral “independiente”, concatenó con el del poder federal, representado por un panista: el presidente Fox, y en el cual tampoco señaló tendencias.
--Las consecuencias que ese silencio “irresponsable” –de acuerdo con un gran número de actores políticos y analistas– tuvo en el ánimo de los contendientes, quienes de inmediato se declararon ganadores.
--La cargada de los días subsiguientes, por parte del gobierno federal, Televisa, el alto empresariado y del aparato panista para posicionar a Calderón como incuestionable presidente electo, mucho antes de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación califique la elección –o bien la anule– y declare oficialmente al ganador...
Con todos estos antecedentes, ¿habrá quien siga pensando que hubo fraude el 2 de julio?
¡Qué México de necios! ¡Qué México de renegados!
Comentarios:aperez@proceso.com
México, D. F., 13 de julio (apro).- ¡Ah, caray...! ¿Que ya está prohibido hablar de fraude en un país cuyos partidos, políticos e instituciones, con la noble ayuda de la televisión privada, lo han defraudado por sistema?
¿Que ya está vedado hablar de fraude en un país cuya estructura de relaciones financieras, comerciales y legales no podría sostenerse ni un segundo sin las columnas del fraude?
¡Bien, pues! Entonces nos queda cada vez más claro –porque así debe ser, porque así lo dicen los cruzados de Vicente Fox y Felipe Calderón– que la democracia es ya una forma de vida en México, una realidad incuestionable que produce ganadores incuestionables.
Qué bueno que nos lo avisan porque, de ahora en adelante, evitaremos el acto de herejía que implica siquiera pronunciar la palabra fraude, a pesar de estos fantasiosos antecedentes:
--La conformación del actual Consejo General del IFE a partir de un pacto faccioso entre el PAN y el PRI, con la exclusión del PRD, y mediante los buenos oficios de Elba Esther Gordillo, amiga del “árbitro” electoral, Luis Carlos Ugalde, y del presidente Fox.
--El embate del Estado foxista para destruir a un insignificante “señor López” con un intento de desafuero y un denuesto sistemático.
--En el caso de los videoescándalos de la corrupción bejaranista y poncista, el uso con fines partidistas de todo el aparato del Estado, incluyendo los órganos de inteligencia, para hundir al político tabasqueño.
--La campaña de terror chupacabrero para comparar a un simple “señor López” con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
--La injerencia electoral del presidente Fox, mediante spots y declaraciones, a favor del candidato oficial y en contra del populista “señor López”.
--El documentado uso clientelar y populista del padrón de beneficiarios de apoyos sociales del gobierno federal, y de los recursos mismos de estos programas, en provecho de Calderón.
--La “guerra sucia” del candidato panista contra ese tal López que, de buenas a primeras (¡uy!), se convierte en “un peligro para México”.
--Los spots de nuestros empresarios modelo –esos que pagan sueldos tan dignos a los mexicanos y tan incapaces son de explotar a nadie– a favor del continuismo y en contra de López Obrador.
--Las tibias intervenciones del “árbitro” electoral Luis Carlos Ugalde y, de plano, su inacción para contener la “guerra sucia” contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos.
--La electorera “detención” y posterior exoneración (después de los comicios, claro) del expresidente Luis Echeverría.
--La manipulación del sistema de conteo rápido del IFE, el PREP, para fomentar desde el principio una ilusión ganadora en beneficio del candidato del gobierno.
--La renuncia de un importante funcionario del IFE indignado por estas irregularidades.
--Las inconformidades, suscritas por consejeros electorales de algunos estados, ante diversas inconsistencias en el conteo.
--El comportamiento atípico, según numerosos especialistas, de las gráficas del cómputo del sistema del PREP.
--La sospecha, por parte de expertos en estadística e informática, sobre el posible uso de un “algoritmo” para favorecer al candidato del PAN en cualquier escenario.
--La reducción de por lo menos dos centésimas (de .60 a .58%) en los votos de Calderón –quien llegó a tener una ventaja de 1.04% en el conteo rápido– entre el cómputo del PREP y el conteo de actas en los 300 distritos electorales.
--El silencio inicial de Ugalde respecto de la existencia de más de 10 mil actas inconsistentes, que comprometían más de 2 y medio millones de votos, los cuales no habían sido considerados en el conteo rápido.
--El primer mensaje de Ugalde, el de las ocho de la noche del 2 de julio, en el que evitó señalar tendencias.
--Su mensaje posterior, el de las 11 de la noche que, como árbitro electoral “independiente”, concatenó con el del poder federal, representado por un panista: el presidente Fox, y en el cual tampoco señaló tendencias.
--Las consecuencias que ese silencio “irresponsable” –de acuerdo con un gran número de actores políticos y analistas– tuvo en el ánimo de los contendientes, quienes de inmediato se declararon ganadores.
--La cargada de los días subsiguientes, por parte del gobierno federal, Televisa, el alto empresariado y del aparato panista para posicionar a Calderón como incuestionable presidente electo, mucho antes de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación califique la elección –o bien la anule– y declare oficialmente al ganador...
Con todos estos antecedentes, ¿habrá quien siga pensando que hubo fraude el 2 de julio?
¡Qué México de necios! ¡Qué México de renegados!
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