Limpiar la elección y evitar la ruptura social
Por: Magdalena Galindo
En el devenir de una sociedad hay algunos días o meses que reciben el calificativo de históricos, porque constituyen una encrucijada en el camino, un momento que define el destino de una nación. No me cabe la menor duda de que estamos precisamente en uno de esos nudos de la historia. Ya es un hecho que este Instituto Federal Electoral y su actual director, Luis Carlos Ugalde, pasarán a la historia como los perpetradores de un fraude electoral de enormes proporciones.
Se cuenta ya con suficiente información para saber que desde el punto de vista estadístico y matemático es imposible el comportamiento que se presentó como resultado en el Programa de Resultados Preliminares, ya que no puede ser que en una elección tan competida, y cuando los resultados de las casillas llegan de manera aleatoria, uno de los candidatos, en este caso Calderón, se mantenga invariablemente arriba.
Como es igualmente imposible, lo que nos presentaron después en el conteo de los distritos, con López Obrador siempre a la cabeza y que los expertos llaman comportamiento de espejo. Tales resultados indican, sin lugar a dudas, desde el punto de vista estadístico y matemático, que hubo una manipulación de los datos.
Aun suponiendo que no hubiera habido el fraude que podríamos llamar manual, la parcialidad y complicidad del director del IFE, probablemente con la cooperación del cuñado de Calderón que de manera inmoral intervino en los programas de cómputo del IFE, puede ejercerse, porque las computadoras no informan qué están haciendo, sino únicamente muestran un resultado.
Se trata de una especie de caja negra, en la que no aparece la manipulación, sólo puede deducirse por las leyes de la matemática y la estadística que nos dicen que ese comportamiento del recuento de los votos es imposible. Por cierto que también hay que notar que parece sospechoso que los consejeros del IFE sean cercanos no sólo a Calderón sino también a Elba Esther Gordillo, su aliada, y que Nueva Alianza, el partido real de la Gordillo, haya obtenido un sorpresivo 5 por ciento de la votación en senadores y diputados, lo que llevará a que el PAN cuente con mayor fuerza en el Congreso.
Además de la manipulación cibernética, están las viejas técnicas, que podríamos llamar manuales, como el hecho de que el número de votantes supere al de los inscritos en el padrón electoral en más de 18 mil casillas. O que haya el robo hormiga de votos, o las urnas embarazadas, o los votos tirados a la basura o la documentación electoral que no llegó a los distritos y un largo etcétera que vuelve irregulares alrededor de 50 mil casillas.Obviamente, el PAN y su candidato se oponen al recuento, porque ellos saben que su triunfo está sustentado en un fraude electoral. De otro modo, buscarían la legitimidad de un recuento transparente.
En el devenir de una sociedad hay algunos días o meses que reciben el calificativo de históricos, porque constituyen una encrucijada en el camino, un momento que define el destino de una nación. No me cabe la menor duda de que estamos precisamente en uno de esos nudos de la historia. Ya es un hecho que este Instituto Federal Electoral y su actual director, Luis Carlos Ugalde, pasarán a la historia como los perpetradores de un fraude electoral de enormes proporciones.
Se cuenta ya con suficiente información para saber que desde el punto de vista estadístico y matemático es imposible el comportamiento que se presentó como resultado en el Programa de Resultados Preliminares, ya que no puede ser que en una elección tan competida, y cuando los resultados de las casillas llegan de manera aleatoria, uno de los candidatos, en este caso Calderón, se mantenga invariablemente arriba.
Como es igualmente imposible, lo que nos presentaron después en el conteo de los distritos, con López Obrador siempre a la cabeza y que los expertos llaman comportamiento de espejo. Tales resultados indican, sin lugar a dudas, desde el punto de vista estadístico y matemático, que hubo una manipulación de los datos.
Aun suponiendo que no hubiera habido el fraude que podríamos llamar manual, la parcialidad y complicidad del director del IFE, probablemente con la cooperación del cuñado de Calderón que de manera inmoral intervino en los programas de cómputo del IFE, puede ejercerse, porque las computadoras no informan qué están haciendo, sino únicamente muestran un resultado.
Se trata de una especie de caja negra, en la que no aparece la manipulación, sólo puede deducirse por las leyes de la matemática y la estadística que nos dicen que ese comportamiento del recuento de los votos es imposible. Por cierto que también hay que notar que parece sospechoso que los consejeros del IFE sean cercanos no sólo a Calderón sino también a Elba Esther Gordillo, su aliada, y que Nueva Alianza, el partido real de la Gordillo, haya obtenido un sorpresivo 5 por ciento de la votación en senadores y diputados, lo que llevará a que el PAN cuente con mayor fuerza en el Congreso.
Además de la manipulación cibernética, están las viejas técnicas, que podríamos llamar manuales, como el hecho de que el número de votantes supere al de los inscritos en el padrón electoral en más de 18 mil casillas. O que haya el robo hormiga de votos, o las urnas embarazadas, o los votos tirados a la basura o la documentación electoral que no llegó a los distritos y un largo etcétera que vuelve irregulares alrededor de 50 mil casillas.Obviamente, el PAN y su candidato se oponen al recuento, porque ellos saben que su triunfo está sustentado en un fraude electoral. De otro modo, buscarían la legitimidad de un recuento transparente.
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