La muerte del IFE
Javier Flores
Después de ser uno de los instrumentos del fraude electoral el 2 de julio de 2006, el Instituto Federal Electoral (IFE) se convierte ahora, abiertamente, en defensor del gobierno del presidente Fox y del candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa. Al parecer el cinismo no encuentra límites. ¿Organo imparcial? ¿Instrumento de la democracia? Ya no. El IFE ha muerto. Es muy importante identificar a los responsables de haber acabado con una de las instituciones más reconocidas y respetables con las que en algún momento contó nuestro país.
Primero quiero aclarar por qué utilizo el término fraude: tan sólo bastaría señalar la manipulación de datos (que desde el punto de vista científico es una práctica fraudulenta). Si bien el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) no es la base para dar a conocer resultados definitivos de la elección presidencial, varios estudios de dominio público realizados por científicos, físicos y matemáticos, que he tenido oportunidad de examinar, muestran que la presentación que hizo el IFE la noche de la elección fue manipulada. Aceptemos que el PREP no significa nada en términos de decidir quién es el presidente y quién no, pero el hecho de alterar la tendencia de los datos en el tiempo significa mucho.
¿Por qué lo hicieron? Por supuesto que lo niegan y acuden a argumentos realmente pueriles como el de las diferencias culturales entre el norte y el sur del país. Por favor. ¿Con quién creen que están hablando? ¿Por qué subestiman tanto a los mexicanos? Luego el consejero presidente Luis Carlos Ugalde da por ganador a Calderón Hinojosa, usurpando una función que no le corresponde. A partir de ahí entramos en la etapa del cinismo. Por fortuna una institución que sí es respetable, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dejó en claro que no tuvo que ver con el manejo que se dio al PREP.
Pensé que ahí acababa la función del IFE. Pero no. La relación entre los subordinados y los amos parece infinita. Además de ordenar la apertura de paquetes electorales, ahora el instituto se convierte en un instrumento de presión sobre el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en quien recae la calificación definitiva de la elección presidencial. Los obligan a cometer un crimen (a los del IFE) y no los sueltan. Ahora tienen que argumentar ante los jueces que el gobierno del presidente Fox no utilizó los programas sociales en beneficio del candidato del PAN, defendiendo no al IFE, sino al mandatario. Actúan como representantes de Felipe Calderón en contra del candidato de la coalición Por el Bien de Todos, diciendo que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no puede demostrar sus acusaciones. Qué espectáculo tan lamentable.
El IFE ha muerto, qué lástima. Quiere decir que la imposición de un candidato, en este caso de Felipe Calderón Hinojosa, además de representar un proyecto que requirió una inversión cuantiosa de recursos económicos, consideró además el sacrificio del IFE. Qué más da. Al parecer hay objetivos más importantes. Obligar al IFE a presionar a los jueces es una muestra de debilidad. Quizá para algunos signifique aportar elementos en los que se pueda basar una resolución en contra de AMLO. Pero no estemos tan seguros. Ahora hay que pensar en los jueces.
Me imagino a los jueces del tribunal sometidos a múltiples presiones: las del poder económico (los premios y las amenazas), del Poder Ejecutivo (los premios y las amenazas), las manifestaciones (los premios y las amenazas), el IFE (no importa). Sinceramente los admiro. ¿Cómo pueden trabajar bajo semejantes presiones? Pero realmente me queda una cosa clara: éste es el momento del Poder Judicial en México.
Debo decir una cosa más: tan importante es definir al Poder Ejecutivo, es decir, cómo se decide quién es el presidente; como definir a otro poder, el Poder Judicial, que tanta falta hace a México como un poder independiente. No hay diferencia, necesitamos un Poder Judicial autónomo. Esta es su oportunidad. Lo que decida nos dará la imagen fidedigna de hasta dónde hemos llegado. De quiénes somos.
El momento en el que vivimos constituye realmente un diagnóstico. Los resultados nos van a decir dónde estamos. Por lo pronto hemos perdido una institución importante: el IFE, que ya no es confiable; está muerta. Y no es a causa de los opositores, sino de quienes la han utilizado para permanecer en el poder. Habrá que inventar otra cosa.
Después de ser uno de los instrumentos del fraude electoral el 2 de julio de 2006, el Instituto Federal Electoral (IFE) se convierte ahora, abiertamente, en defensor del gobierno del presidente Fox y del candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa. Al parecer el cinismo no encuentra límites. ¿Organo imparcial? ¿Instrumento de la democracia? Ya no. El IFE ha muerto. Es muy importante identificar a los responsables de haber acabado con una de las instituciones más reconocidas y respetables con las que en algún momento contó nuestro país.
Primero quiero aclarar por qué utilizo el término fraude: tan sólo bastaría señalar la manipulación de datos (que desde el punto de vista científico es una práctica fraudulenta). Si bien el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) no es la base para dar a conocer resultados definitivos de la elección presidencial, varios estudios de dominio público realizados por científicos, físicos y matemáticos, que he tenido oportunidad de examinar, muestran que la presentación que hizo el IFE la noche de la elección fue manipulada. Aceptemos que el PREP no significa nada en términos de decidir quién es el presidente y quién no, pero el hecho de alterar la tendencia de los datos en el tiempo significa mucho.
¿Por qué lo hicieron? Por supuesto que lo niegan y acuden a argumentos realmente pueriles como el de las diferencias culturales entre el norte y el sur del país. Por favor. ¿Con quién creen que están hablando? ¿Por qué subestiman tanto a los mexicanos? Luego el consejero presidente Luis Carlos Ugalde da por ganador a Calderón Hinojosa, usurpando una función que no le corresponde. A partir de ahí entramos en la etapa del cinismo. Por fortuna una institución que sí es respetable, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dejó en claro que no tuvo que ver con el manejo que se dio al PREP.
Pensé que ahí acababa la función del IFE. Pero no. La relación entre los subordinados y los amos parece infinita. Además de ordenar la apertura de paquetes electorales, ahora el instituto se convierte en un instrumento de presión sobre el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en quien recae la calificación definitiva de la elección presidencial. Los obligan a cometer un crimen (a los del IFE) y no los sueltan. Ahora tienen que argumentar ante los jueces que el gobierno del presidente Fox no utilizó los programas sociales en beneficio del candidato del PAN, defendiendo no al IFE, sino al mandatario. Actúan como representantes de Felipe Calderón en contra del candidato de la coalición Por el Bien de Todos, diciendo que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no puede demostrar sus acusaciones. Qué espectáculo tan lamentable.
El IFE ha muerto, qué lástima. Quiere decir que la imposición de un candidato, en este caso de Felipe Calderón Hinojosa, además de representar un proyecto que requirió una inversión cuantiosa de recursos económicos, consideró además el sacrificio del IFE. Qué más da. Al parecer hay objetivos más importantes. Obligar al IFE a presionar a los jueces es una muestra de debilidad. Quizá para algunos signifique aportar elementos en los que se pueda basar una resolución en contra de AMLO. Pero no estemos tan seguros. Ahora hay que pensar en los jueces.
Me imagino a los jueces del tribunal sometidos a múltiples presiones: las del poder económico (los premios y las amenazas), del Poder Ejecutivo (los premios y las amenazas), las manifestaciones (los premios y las amenazas), el IFE (no importa). Sinceramente los admiro. ¿Cómo pueden trabajar bajo semejantes presiones? Pero realmente me queda una cosa clara: éste es el momento del Poder Judicial en México.
Debo decir una cosa más: tan importante es definir al Poder Ejecutivo, es decir, cómo se decide quién es el presidente; como definir a otro poder, el Poder Judicial, que tanta falta hace a México como un poder independiente. No hay diferencia, necesitamos un Poder Judicial autónomo. Esta es su oportunidad. Lo que decida nos dará la imagen fidedigna de hasta dónde hemos llegado. De quiénes somos.
El momento en el que vivimos constituye realmente un diagnóstico. Los resultados nos van a decir dónde estamos. Por lo pronto hemos perdido una institución importante: el IFE, que ya no es confiable; está muerta. Y no es a causa de los opositores, sino de quienes la han utilizado para permanecer en el poder. Habrá que inventar otra cosa.
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