Argumentos cibernéticos
José Blanco
Unos de los primeros cuestionamientos que se hicieron a esta infausta elección fueron los estudios estadísticos que llevaron a cabo algunos científicos de la UNAM sobre el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) en tiempo real.
Muy rápidamente fueron disueltos por los medios como si se tratara de asuntos de brujería o de un terreno tan inseguro donde cualquiera podría caer en una trampa puesta por quienes tienen alta formación en números, especialmente en los instrumentos de la estadística.
Lo más extraño es que el propio PRD no los tomó en serio y terminó por abandonar esta veta de alegatos; de otra parte, ningún estadístico o de cualquiera otra disciplina, con buena formación matemática, simpatizante del PAN, salió a la palestra a señalar las inconsistencias del estudio de los unamitas, si las hubiera habido.
Puede alegarse que el examen estadístico fue realizado sobre el PREP, que no tiene efectos legales; es el conteo distrital el que los tiene. Pero es el caso que a quien haya intentado al menos entender el sentido del examen en tiempo real -conforme iba llegando la información al IFE-, hecho por los científicos de la UNAM, le quedará claro que los señalamientos de las inconsistencias de las tendencias de los votos la noche del 2 de julio podían fácilmente reaparecer en la suma distrital.
Uno de estos estudios fue realizado por el doctor Luis Mochán, del Centro de Ciencias Físicas de la UNAM, quien presentó una lista de inconsistencias que llegaron a oídos sordos. Este estudio fue retomado por James K. Galbraith -vástago del célebre economista canadiense naturalizado estadunidense, John Kenneth Galbraith-, académico que escribe para The Guardian del Reino Unido, quien, con los números de Mochán, formuló sus propias hipótesis estadísticas (Doing Maths in Mexico) y afirmó que el comportamiento errático de esas tendencias es imposible en un fenómeno estocástico, como es una elección con millones de electores. Hace unos días Julio López Hernández, de nuestro periódico, hizo referencia a este trabajo.
Entre algunos de los señalamientos de Mochán sobresale que en los primeros números del PREP, aparentemente fue la suma de las primeras 10 mil actas lo primero que llegó, de modo que no hubo modo de saber el detalle, acta por acta, de estas 10 mil. De modo que lo que hizo Mochán fue extrapolar "hacia atrás" la curva de las tendencias de cada candidato y halló que esas curvas sólo para Madrazo y Calderón cruzaban el origen (cero), pero la curva de la tendencia de AMLO no pasaba por el origen; de haberlo hecho, sólo por este factor, al final AMLO habría obtenido 130 mil votos más.
Está también el asunto de la forma de la curva de las tendencias: en el caso de AMLO hay dos cambios abruptos -dos picos en la curva- que, como dice Galbraith, son imposibles. Hacia el final del periodo del recuento -ya en la avanzada madrugada-, las tendencias de las curvas de Madrazo y de AMLO no vuelven a cambiar, mientras la de Calderón marca una tendencia a la alza.
Está el otro imposible: los histogramas de los votos recibidos por cada candidato. Un histograma, para mis lectores no enterados, se realiza, grosso modo, ordenando los números de cada candidato, revisando cuántas actas hay de un candidato con tal o cual número de votos. Para el caso, la tendencia así ordenada empieza con actas con cero votos para un candidato "X", vienen las actas que tienen un voto, las que tienen dos, etcétera, y la curva va ascendiendo. Esta tendencia llega a un máximo donde la curva gradualmente da la vuelta y comienza a descender. La forma de esta curva se llama en estadística curva normal y tiene la forma de una campana. Es el caso de que la única curva normal es la de Madrazo. Ni la de AMLO ni la de Calderón son normales; son inconsistentes. La de Calderón es una bonita curva bimodal con picos abruptos, ajena del todo a la necesaria forma que tal curva debiera tener. Algo análogo ocurre con la de AMLO, pero con sentidos distintos.
Otro elegantísimo fenómeno -Mochán tiene los datos con los tiempos reales- es el lapso significativo durante el cual la suma de los votos totales crecía mientras la diferencia entre Calderón y AMLO se mantenía constante.
El estudio es, desde luego, mucho más rico en información de lo que aquí transmito, pero interesa sobremanera este último dato, porque es uno que empieza a emerger: de acuerdo con el examen de Mochán, en el PREP había 2.6 millones de votos no respaldados en boletas electorales.
Según Mochán estos errores no se produjeron en la captura de los datos, sino en una manipulación externa al PREP que muy probablemente incluyó como víctima al propio IFE. Si el resultado neto de esta presunta manipulación es una suma de votos sin respaldo en boletas, la única forma de saberlo es contándolas por fuera del sistema cibernético del IFE.
El TEPJF debiera allegarse a algunos expertos independientes que examinen la seriedad del trabajo de Mochán, por supuesto no para decidir quién ganó, sino como un indicio de la necesidad del recuento voto por voto.
Unos de los primeros cuestionamientos que se hicieron a esta infausta elección fueron los estudios estadísticos que llevaron a cabo algunos científicos de la UNAM sobre el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) en tiempo real.
Muy rápidamente fueron disueltos por los medios como si se tratara de asuntos de brujería o de un terreno tan inseguro donde cualquiera podría caer en una trampa puesta por quienes tienen alta formación en números, especialmente en los instrumentos de la estadística.
Lo más extraño es que el propio PRD no los tomó en serio y terminó por abandonar esta veta de alegatos; de otra parte, ningún estadístico o de cualquiera otra disciplina, con buena formación matemática, simpatizante del PAN, salió a la palestra a señalar las inconsistencias del estudio de los unamitas, si las hubiera habido.
Puede alegarse que el examen estadístico fue realizado sobre el PREP, que no tiene efectos legales; es el conteo distrital el que los tiene. Pero es el caso que a quien haya intentado al menos entender el sentido del examen en tiempo real -conforme iba llegando la información al IFE-, hecho por los científicos de la UNAM, le quedará claro que los señalamientos de las inconsistencias de las tendencias de los votos la noche del 2 de julio podían fácilmente reaparecer en la suma distrital.
Uno de estos estudios fue realizado por el doctor Luis Mochán, del Centro de Ciencias Físicas de la UNAM, quien presentó una lista de inconsistencias que llegaron a oídos sordos. Este estudio fue retomado por James K. Galbraith -vástago del célebre economista canadiense naturalizado estadunidense, John Kenneth Galbraith-, académico que escribe para The Guardian del Reino Unido, quien, con los números de Mochán, formuló sus propias hipótesis estadísticas (Doing Maths in Mexico) y afirmó que el comportamiento errático de esas tendencias es imposible en un fenómeno estocástico, como es una elección con millones de electores. Hace unos días Julio López Hernández, de nuestro periódico, hizo referencia a este trabajo.
Entre algunos de los señalamientos de Mochán sobresale que en los primeros números del PREP, aparentemente fue la suma de las primeras 10 mil actas lo primero que llegó, de modo que no hubo modo de saber el detalle, acta por acta, de estas 10 mil. De modo que lo que hizo Mochán fue extrapolar "hacia atrás" la curva de las tendencias de cada candidato y halló que esas curvas sólo para Madrazo y Calderón cruzaban el origen (cero), pero la curva de la tendencia de AMLO no pasaba por el origen; de haberlo hecho, sólo por este factor, al final AMLO habría obtenido 130 mil votos más.
Está también el asunto de la forma de la curva de las tendencias: en el caso de AMLO hay dos cambios abruptos -dos picos en la curva- que, como dice Galbraith, son imposibles. Hacia el final del periodo del recuento -ya en la avanzada madrugada-, las tendencias de las curvas de Madrazo y de AMLO no vuelven a cambiar, mientras la de Calderón marca una tendencia a la alza.
Está el otro imposible: los histogramas de los votos recibidos por cada candidato. Un histograma, para mis lectores no enterados, se realiza, grosso modo, ordenando los números de cada candidato, revisando cuántas actas hay de un candidato con tal o cual número de votos. Para el caso, la tendencia así ordenada empieza con actas con cero votos para un candidato "X", vienen las actas que tienen un voto, las que tienen dos, etcétera, y la curva va ascendiendo. Esta tendencia llega a un máximo donde la curva gradualmente da la vuelta y comienza a descender. La forma de esta curva se llama en estadística curva normal y tiene la forma de una campana. Es el caso de que la única curva normal es la de Madrazo. Ni la de AMLO ni la de Calderón son normales; son inconsistentes. La de Calderón es una bonita curva bimodal con picos abruptos, ajena del todo a la necesaria forma que tal curva debiera tener. Algo análogo ocurre con la de AMLO, pero con sentidos distintos.
Otro elegantísimo fenómeno -Mochán tiene los datos con los tiempos reales- es el lapso significativo durante el cual la suma de los votos totales crecía mientras la diferencia entre Calderón y AMLO se mantenía constante.
El estudio es, desde luego, mucho más rico en información de lo que aquí transmito, pero interesa sobremanera este último dato, porque es uno que empieza a emerger: de acuerdo con el examen de Mochán, en el PREP había 2.6 millones de votos no respaldados en boletas electorales.
Según Mochán estos errores no se produjeron en la captura de los datos, sino en una manipulación externa al PREP que muy probablemente incluyó como víctima al propio IFE. Si el resultado neto de esta presunta manipulación es una suma de votos sin respaldo en boletas, la única forma de saberlo es contándolas por fuera del sistema cibernético del IFE.
El TEPJF debiera allegarse a algunos expertos independientes que examinen la seriedad del trabajo de Mochán, por supuesto no para decidir quién ganó, sino como un indicio de la necesidad del recuento voto por voto.
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