Abajo el fraude en México
Cada hora que pasa, saltan a la luz nuevas evidencias de que el gobierno y el Instituto Nacional Electoral de México (INE) están montando un inmenso fraude para birlarle la victoria al candidato centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador.
“Faltan tres millones de votos”, denunció López Obrador. La suma total de votantes alcanza 42 millones de electores, pero la suma de los votos de los candidatos apenas llega a los 39 millones. A pesar de la “ausencia” de esos votos, reconocida por el INE y que obedecería a “inconsistencias” en las planillas de votación, las autoridades electorales han proclamado ganador a Felipe Calderón, del oficialista PAN.
“De los 3 millones de votos que ‘desaparecieron’ dentro del PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares), ‘598 mil fueron borrados en los estados donde ganó Andrés Manuel López Obrador’, descubrieron ayer los investigadores universitarios Bolívar Huerta y Francisco Portillo (...) Los reconocidos físico-matemáticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), Huerta y Portillo señalaron que ‘las inconsistencias del Prep no tienen que ver con errores estadísticos; por el contrario, revelan que hay un sesgo, o sea una voluntad política para favorecer a un candidato y desfavorecer a otro’” (La Jornada, 5/7).
Para demostrar sus afirmaciones, revelaron que en los estados donde ganó López Obrador hay 600.000 votos menos a presidente que a legisladores. Al contrario, en los estados donde ganó Felipe Calderón, los votos de la elección presidencial son más que los de la contienda legislativa.
Decenas de personas empezaron a mandar a varios sitios y blogs de Internet sus copias de las actas de sus mesas o de las mesas de su local, mostrando que no coincidían para nada con las cifras que el IFE está mostrando como resultados. En muchas le quitan entre 1 y 100 votos a López Obrador, en otras le aumentan a Calderón. No coincide el número de votantes totales con el número de votantes reales, etc. Las diferencias comprueban que se está haciendo un fraude enorme.
El PRD de López Obrador ganó en 155 de los 300 distritos electorales, en 16 de los 32 estados mexicanos y, en particular, en los tres más poblados (Distrito Federal, Estado de México y Veracruz). A pesar de todo esto, los números oficiales dicen que perdió la presidencia.
El fraude no se limita, apenas, a los mecanismos electorales y al recuento de los votos; hay un vasto operativo político para imponerlo.
Apenas cerraron las mesas de votación, los dirigentes del PAN se reunieron con los principales gobernadores del PRI. El PRI, el partido que gobernó México durante setenta años, sufrió el domingo pasado la peor catástrofe electoral de su historia: no ganó en ninguno de los 32 estados mexicanos, incluidos los 18 que gobierna. La negociación fue definida como “clave” por los dirigentes del PAN. Lo que se negoció es desconocido, pero no las consecuencias de esas reuniones. A su término, los gobernadores del PRI forzaron al candidato de su partido, Roberto Madrazo, a reconocer la victoria de Calderón y a declarar que las elecciones habían sido “limpias y transparentes”... cuando todavía se estaban contando los votos. El “pacto de gobernabilidad” que dicen haber alumbrado el PAN y los gobernadores del PRI es el pacto del fraude (y de las prebendas presupuestarias para “pagar” los “favores”).
El régimen mexicano vuelve a repetir el robo de 1988, cuando le robó la elección al candidato centroizquierdista Cuauhtémoc Cárdenas.
En México, ya comienzan a producirse movilizaciones espontáneas contra el fraude. El candidato centroizquierdista López Obrador, sin embargo, declaró que sólo llamará a una movilización popular contra el fraude cuando se hayan contado todos los votos. Aprovechando estas vacilaciones, el PRI ya ha comenzado negociaciones con el derechista clerical Calderón, para formar un gobierno de coalición.
“Faltan tres millones de votos”, denunció López Obrador. La suma total de votantes alcanza 42 millones de electores, pero la suma de los votos de los candidatos apenas llega a los 39 millones. A pesar de la “ausencia” de esos votos, reconocida por el INE y que obedecería a “inconsistencias” en las planillas de votación, las autoridades electorales han proclamado ganador a Felipe Calderón, del oficialista PAN.
“De los 3 millones de votos que ‘desaparecieron’ dentro del PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares), ‘598 mil fueron borrados en los estados donde ganó Andrés Manuel López Obrador’, descubrieron ayer los investigadores universitarios Bolívar Huerta y Francisco Portillo (...) Los reconocidos físico-matemáticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), Huerta y Portillo señalaron que ‘las inconsistencias del Prep no tienen que ver con errores estadísticos; por el contrario, revelan que hay un sesgo, o sea una voluntad política para favorecer a un candidato y desfavorecer a otro’” (La Jornada, 5/7).
Para demostrar sus afirmaciones, revelaron que en los estados donde ganó López Obrador hay 600.000 votos menos a presidente que a legisladores. Al contrario, en los estados donde ganó Felipe Calderón, los votos de la elección presidencial son más que los de la contienda legislativa.
Decenas de personas empezaron a mandar a varios sitios y blogs de Internet sus copias de las actas de sus mesas o de las mesas de su local, mostrando que no coincidían para nada con las cifras que el IFE está mostrando como resultados. En muchas le quitan entre 1 y 100 votos a López Obrador, en otras le aumentan a Calderón. No coincide el número de votantes totales con el número de votantes reales, etc. Las diferencias comprueban que se está haciendo un fraude enorme.
El PRD de López Obrador ganó en 155 de los 300 distritos electorales, en 16 de los 32 estados mexicanos y, en particular, en los tres más poblados (Distrito Federal, Estado de México y Veracruz). A pesar de todo esto, los números oficiales dicen que perdió la presidencia.
El fraude no se limita, apenas, a los mecanismos electorales y al recuento de los votos; hay un vasto operativo político para imponerlo.
Apenas cerraron las mesas de votación, los dirigentes del PAN se reunieron con los principales gobernadores del PRI. El PRI, el partido que gobernó México durante setenta años, sufrió el domingo pasado la peor catástrofe electoral de su historia: no ganó en ninguno de los 32 estados mexicanos, incluidos los 18 que gobierna. La negociación fue definida como “clave” por los dirigentes del PAN. Lo que se negoció es desconocido, pero no las consecuencias de esas reuniones. A su término, los gobernadores del PRI forzaron al candidato de su partido, Roberto Madrazo, a reconocer la victoria de Calderón y a declarar que las elecciones habían sido “limpias y transparentes”... cuando todavía se estaban contando los votos. El “pacto de gobernabilidad” que dicen haber alumbrado el PAN y los gobernadores del PRI es el pacto del fraude (y de las prebendas presupuestarias para “pagar” los “favores”).
El régimen mexicano vuelve a repetir el robo de 1988, cuando le robó la elección al candidato centroizquierdista Cuauhtémoc Cárdenas.
En México, ya comienzan a producirse movilizaciones espontáneas contra el fraude. El candidato centroizquierdista López Obrador, sin embargo, declaró que sólo llamará a una movilización popular contra el fraude cuando se hayan contado todos los votos. Aprovechando estas vacilaciones, el PRI ya ha comenzado negociaciones con el derechista clerical Calderón, para formar un gobierno de coalición.
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