Por la defensa del voto
Octavio Rodríguez Araujo
Las denuncias fundadas de fraude electoral fluyen con rapidez en los medios alternativos y en algunos periódicos decentes. Los cálculos matemáticos de cifras que no cuadran, también. Las sospechas de fraude son compartidas por más y más gente conforme transcurre el tiempo. Y hay razones más que evidentes para tenerlas. La historia no comenzó el 2 de julio.
La diferencia con el pasado (1988 contra el candidato del Frente Democrático Nacional y 1994 con el asesinato de Colosio) es que esta vez los verdaderos poderes fácticos se han esforzado por evitar que una persona sea candidato y luego presidente. Los ataques contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos (CPBT) son conocidos por todo mundo, incluyendo el intento frustrado de última hora de que Ponce declarara en contra de López Obrador. El mismo libreto se siguió en Jalisco para desacreditar al candidato del PRI al gobierno de esa entidad y en Morelos, donde la procuraduría estatal citó a Fernando Martínez Cué (de la CPBT) sin decirle para qué, con el único objetivo de dar la nota y que los morelenses dudaran de un candidato al que no se le ha demostrado nada turbio, ni siquiera un hermano delincuente (de Marco Adame, que está libre en tanto que los policías que lo detuvieron están en prisión gracias a la complicidad del gobernador actual del mismo partido). Han sido juegos mediáticos para influir en el electorado, y ciertamente consiguieron resultados positivos, sobre todo entre la clase media no ilustrada y desinformada. Pero no todos los mexicanos se tragaron la suciedad que se les dio para consumir. Tan lo saben los asesores del poder que ya tenían preparado el numerito completo, que incluye la alteración de los resultados del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y administrarlos desde el principio con los datos de casillas seleccionadas. En el caso del Instituto Estatal Electoral de Morelos la situación es peor. Desde el lunes sigue el mismo avance del PREP: está estacionado en 82.59 por ciento (a las 17:58 del martes en que escribo estas líneas).
El gobierno de los empresarios para los empresarios (Fox dixit) es, literalmente, lo dicho. Los empresarios (casi todos) quieren la continuidad del PAN no sólo porque son de derecha (como se supone que deben ser los empresarios, que no todos), sino porque los gobiernos panistas han resultado mejores gerentes que los priístas y, además, porque son tanto o más corruptos que los gobernantes del PRI.
Esos empresarios y sus gerentes-gobernantes ven en López Obrador un peligro, y harán todo lo posible por cerrarle el paso. El peligro que ven en él no es el que difundieron en los espots de la campaña en su contra. Esta fue para consumo popular y de los sectores ignorantes de la clase media (que son la mayoría): te quitará tu casa, tu televisión, tu automóvil, desayuna niños en la mañana, y estupideces como ésas. No, el peligro que le ven a AMLO es de naturaleza distinta: simplemente no habrá privilegios fuera de la ley. Podrán hacer sus negocios, sí, pero con limpieza y de acuerdo con las normas.
-¿Cómo? ¡Imposible! ¡No pasará! ¡Hay que detenerlo! -gritan a coro.
Y para evitarlo cuentan con todos los recursos menos uno: el sentimiento popular y los respectivos votos, ahora en riesgo de ser burlados. Por esta razón, sencilla en el fondo, elemental, es que están intentando un fraude descomunal que sólo podrá descubrirse (relativamente) contando los votos, cotejando éstos con diversas variables conocidas por los expertos y limpiar el proceso. ¿El Tribunal Federal Electoral estará a la altura de esta exigencia de la democracia y de la ciudadanía? Ya veremos. Quizá sea conveniente sensibilizar a sus miembros con una protesta nacional en contra del fraude, sólo para que vean que el pueblo está despierto y alerta, y que, a diferencia de 1988, no se irá a casa a rumiar su frustración.
Ha llegado la hora en que la gran variedad de las izquierdas, y de gente democrática y honesta que no comulga con la izquierda, pospongan sus diferencias y defiendan el voto mayoritario que el IFE y el IEE de Morelos quieren escamotear, salvo prueba en contrario. Ha llegado la hora de entender que el enemigo principal del pueblo mexicano no es López Obrador. El pastel ha sido descubierto: el partido de Elba Esther llamado curiosamente (por sus siglas) Panal (¿y ella la abeja reina?) le dio sus votos a Calderón (¿y en manos de esos profesores agachados está la mayoría de los niños del país?). Su candidato presidencial (Campa) ya reconoció el "triunfo" de su verdadero candidato: Calderón. El sólo era la pantalla, como se evidenció desde el primer debate de candidatos presidenciales. Roberto Madrazo también se mostró tal cual es: implícitamente aceptó ganador a Calderón, pues cree ilusamente que tendrá hueso a partir del primero de diciembre. El dólar bajó a 11.18 pesos el lunes, y la Bolsa de Valores ganó 4.77 por ciento el mismo día. Ahora sí se sabe, a ciencia cierta, quiénes están de un lado y quiénes deben estar del otro. Todo evidente, salvo para quien no lo quiera ver.
Después de la lucha por la defensa del voto, nos volveremos a pelear, seguiremos debatiendo, plantearemos nuestras diferencias y a partir del reconocimiento del triunfo de López Obrador en México y de Martínez Cué en Morelos podremos criticarlos en lo que no estemos de acuerdo. Ellos entenderán que el pueblo no da cheques en blanco y que sabrá exigir el cumplimiento de las promesas de campaña. Pero esto será después. Ahora es otra la lucha y será larga, quizá hasta agosto o, en el peor de los escenarios, hasta la primera semana de septiembre, cuando los tribunales correspondientes limpien, si acaso, las elecciones.
Las denuncias fundadas de fraude electoral fluyen con rapidez en los medios alternativos y en algunos periódicos decentes. Los cálculos matemáticos de cifras que no cuadran, también. Las sospechas de fraude son compartidas por más y más gente conforme transcurre el tiempo. Y hay razones más que evidentes para tenerlas. La historia no comenzó el 2 de julio.
La diferencia con el pasado (1988 contra el candidato del Frente Democrático Nacional y 1994 con el asesinato de Colosio) es que esta vez los verdaderos poderes fácticos se han esforzado por evitar que una persona sea candidato y luego presidente. Los ataques contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos (CPBT) son conocidos por todo mundo, incluyendo el intento frustrado de última hora de que Ponce declarara en contra de López Obrador. El mismo libreto se siguió en Jalisco para desacreditar al candidato del PRI al gobierno de esa entidad y en Morelos, donde la procuraduría estatal citó a Fernando Martínez Cué (de la CPBT) sin decirle para qué, con el único objetivo de dar la nota y que los morelenses dudaran de un candidato al que no se le ha demostrado nada turbio, ni siquiera un hermano delincuente (de Marco Adame, que está libre en tanto que los policías que lo detuvieron están en prisión gracias a la complicidad del gobernador actual del mismo partido). Han sido juegos mediáticos para influir en el electorado, y ciertamente consiguieron resultados positivos, sobre todo entre la clase media no ilustrada y desinformada. Pero no todos los mexicanos se tragaron la suciedad que se les dio para consumir. Tan lo saben los asesores del poder que ya tenían preparado el numerito completo, que incluye la alteración de los resultados del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y administrarlos desde el principio con los datos de casillas seleccionadas. En el caso del Instituto Estatal Electoral de Morelos la situación es peor. Desde el lunes sigue el mismo avance del PREP: está estacionado en 82.59 por ciento (a las 17:58 del martes en que escribo estas líneas).
El gobierno de los empresarios para los empresarios (Fox dixit) es, literalmente, lo dicho. Los empresarios (casi todos) quieren la continuidad del PAN no sólo porque son de derecha (como se supone que deben ser los empresarios, que no todos), sino porque los gobiernos panistas han resultado mejores gerentes que los priístas y, además, porque son tanto o más corruptos que los gobernantes del PRI.
Esos empresarios y sus gerentes-gobernantes ven en López Obrador un peligro, y harán todo lo posible por cerrarle el paso. El peligro que ven en él no es el que difundieron en los espots de la campaña en su contra. Esta fue para consumo popular y de los sectores ignorantes de la clase media (que son la mayoría): te quitará tu casa, tu televisión, tu automóvil, desayuna niños en la mañana, y estupideces como ésas. No, el peligro que le ven a AMLO es de naturaleza distinta: simplemente no habrá privilegios fuera de la ley. Podrán hacer sus negocios, sí, pero con limpieza y de acuerdo con las normas.
-¿Cómo? ¡Imposible! ¡No pasará! ¡Hay que detenerlo! -gritan a coro.
Y para evitarlo cuentan con todos los recursos menos uno: el sentimiento popular y los respectivos votos, ahora en riesgo de ser burlados. Por esta razón, sencilla en el fondo, elemental, es que están intentando un fraude descomunal que sólo podrá descubrirse (relativamente) contando los votos, cotejando éstos con diversas variables conocidas por los expertos y limpiar el proceso. ¿El Tribunal Federal Electoral estará a la altura de esta exigencia de la democracia y de la ciudadanía? Ya veremos. Quizá sea conveniente sensibilizar a sus miembros con una protesta nacional en contra del fraude, sólo para que vean que el pueblo está despierto y alerta, y que, a diferencia de 1988, no se irá a casa a rumiar su frustración.
Ha llegado la hora en que la gran variedad de las izquierdas, y de gente democrática y honesta que no comulga con la izquierda, pospongan sus diferencias y defiendan el voto mayoritario que el IFE y el IEE de Morelos quieren escamotear, salvo prueba en contrario. Ha llegado la hora de entender que el enemigo principal del pueblo mexicano no es López Obrador. El pastel ha sido descubierto: el partido de Elba Esther llamado curiosamente (por sus siglas) Panal (¿y ella la abeja reina?) le dio sus votos a Calderón (¿y en manos de esos profesores agachados está la mayoría de los niños del país?). Su candidato presidencial (Campa) ya reconoció el "triunfo" de su verdadero candidato: Calderón. El sólo era la pantalla, como se evidenció desde el primer debate de candidatos presidenciales. Roberto Madrazo también se mostró tal cual es: implícitamente aceptó ganador a Calderón, pues cree ilusamente que tendrá hueso a partir del primero de diciembre. El dólar bajó a 11.18 pesos el lunes, y la Bolsa de Valores ganó 4.77 por ciento el mismo día. Ahora sí se sabe, a ciencia cierta, quiénes están de un lado y quiénes deben estar del otro. Todo evidente, salvo para quien no lo quiera ver.
Después de la lucha por la defensa del voto, nos volveremos a pelear, seguiremos debatiendo, plantearemos nuestras diferencias y a partir del reconocimiento del triunfo de López Obrador en México y de Martínez Cué en Morelos podremos criticarlos en lo que no estemos de acuerdo. Ellos entenderán que el pueblo no da cheques en blanco y que sabrá exigir el cumplimiento de las promesas de campaña. Pero esto será después. Ahora es otra la lucha y será larga, quizá hasta agosto o, en el peor de los escenarios, hasta la primera semana de septiembre, cuando los tribunales correspondientes limpien, si acaso, las elecciones.
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